lunes, 26 de enero de 2015

Flores de la muerte 2: Enta Caló

Texto e ilustración: Dan Lenovo
Revisión: Luis Arbaiza 

Diario personal de Enta Caló.
Fecha: 16/03/20.
Entrada No: 158.

Dejé caer al incompetente oficial a mis pies, con un pequeño giro de mi cuello volteé a ver a aquel pobre ser que había terminado desparramado por todo el callejón. Era en estos momentos en los que sentía que debía cambiar de trabajo, odiaba cómo ellos arruinaban algo tan hermoso como es el asesinato, quitándole el delicioso olor que deja un cuerpo atrás cuando su alma se ha marchado.
Mi misión era seguir al sujeto “A”, quien, según me dijeron, había pasado por esta desolada ciudad de México, pero envés de ello me he topado con otra vaca más. El protocolo de la compañía me obligaba a reportar esto a mi jefe y pedir instrucciones; sin embargo, eso era algo que desearía evitar ya que, tan obvio como parece, quiere decir que debo hablar con aquel que firma mis cheques. De solo pensarlo, mi sangre se hiela.
Con la mano temblando y dándole la espalda al cadáver en el callejón, tomé mi celular y presioné el botón de llamada rápida. Comenzaba a sudar frío a cada tono del móvil, hasta que la llamada fue contestada.
-¡Oh! Enta, mi vida, me excita tanto que me hables…

sábado, 17 de enero de 2015

Revenge 2: Instinto


Autor: Antony Llanos
Ilustración: Gino Descalzi 

Caminando por la calle Abel miró su reloj. Eran las doce en punto. En su mente como primer acto estaba un instinto básico del ser humano: ¡venganza! Los asaltantes serían los primeros en probar sus nuevas habilidades, habilidades que ni él mismo conocía.
Los halló en la esquina de siempre esperando alguna victima incauta tal como él lo había sido la noche anterior. Se acercó caminando directamente hacia ellos.
-¡Quiero que se vayan! Se largarán de aquí y no volverán a robar más- dijo Abel muy seguro de sí mismo.
-Y si no nos vamos, ¿qué?- respondió desafiante uno de ellos mientras sacaba un cuchillo de cocina medio oxidado.
-Si no se van, los echaré de aquí.
-¿De veras? ¿Por qué no nos echas, entonces?
El delincuente se abalanzó cuchillo en mano sobre él. Abel lo esquivó con facilidad, pero tenía miedo pues nunca había sido de carácter violento y era la primera vez que enfrentaba a otra persona. Otro de los delincuentes sacó un arma y apuntó directamente a su cabeza tirando del gatillo mientras se burlaba recordándole lo fácil que les resultó asaltarlo.

miércoles, 14 de enero de 2015

NEUSUD: Telekinesis 4 - Tiempo

Autor: Gerardo Espinoza
Ilustración: Gerardo Espinoza

Dorian seguía riendo cuando terminó su taza de café. Esperó un momento y se quedó en silencio observando al pobre Farid. Estaba maltratado como alguien que vuelve de una guerra. Notó que le temblaban las manos y parecía intranquilo, miraba a todos lados y le pesó no haberse dado cuenta de su condición. 
- ¿Esperas que te crea? – preguntó Dorian con seriedad.
- Tú me estás hablando de psicoquinesia y eso sólo pasa en las películas, si has tenido un problema real, por favor dímelo y sabré cómo ayudarte.
- ¡Es lo único que recuerdo! – interrumpió Farid visiblemente consternado.
- De acuerdo. Vayamos por partes: Estabas en el colegio y por alguna razón desconocida viste morir a toda tu clase, luego de eso inexplicablemente apareciste entre los maizales. ¿Es todo?
- Así es, no recuerdo más que eso – respondió automáticamente.
Dorian se puso de pie y caminó hasta la barra donde pidió amablemente el periódico y dos tazas de café. Luego volvió leyendo los clasificados atentamente hasta encontrar uno específico y leyó en voz alta:
“Gregory Estévez - Investigador paranormal y ovnílogo

martes, 13 de enero de 2015

La manada 4: La calma antes de la tormenta

Autor: Hans Rothgiesser
Ilustración: Christian Magán

Myrko Nichols no creía ser una persona atada a sus pertenencias materiales. Cuando fue raptado por la mafia para que trabajara para ellos, no tuvo tiempo de recoger nada de su laboratorio o de su departamento. Cuando fue rescatado de ahí por el misterioso individuo que se hacía llamar Lobo, no pensó en ningún momento pedirle que lo llevara de vuelta para empaquetar sus cosas. Estaba agradecido de haber sido rescatado y de ser llevado a donde sea que sería llevado, en donde tendría la oportunidad de sentarse un instante, pensar en su situación y concluir qué era lo que tenía que hacer.  Con lo que iba vestido sería suficiente.
“No se preocupe”, dijo de pronto Lobo, sentado cómodamente en el asiento trasero de la limosina en la que iba. “Ellos no lo volverán a molestar.  Me tienen demasiado miedo”
Myrko lo miró por unos momentos y entendió de inmediato que una persona normal sabría que esto implicaba, a su vez, que él mismo tenía que tenerle miedo a este hombre.  Que eso era lo que en el fondo le estaba queriendo comunicar. No obstante, Myrko no era una persona normal.  Su curiosidad era sobresaliente.
“¿Y yo?”, decidió que era seguro preguntar. “¿Debería yo tenerle miedo?”
“¿Usted?”, preguntó Lobo desde su cómoda posición, vestido con su saco largo negro y su sombrero de ala ancha también negro. “No, usted no tiene por qué tenerme miedo.  A mí.”
Myrko lo miró por un instante. Él nunca le había querido hacer daño a nadie. Pero si debía defenderse para sobrevivir, tendría que pensar en algo rápido.
“Es a ellos a los que debes temer”, completó de pronto el hombre. Llevaba al cuello una larga bufanda roja que le daba un efecto dramático a sus movimientos. En sus manos llevaba unos guantes negros de un material sintético extraño.
“¿Ellos?”, preguntó Myrko frunciendo el ceño y sonriendo, pero Lobo no le respondió, así que intentó con otra pregunta. “¿A dónde me llevan?”
“A un lugar seguro”, le respondió Lobo. “No creo que se haya dado cuenta, pero su investigación tiene importantes implicancias para la comunidad de superhéroes. Por eso la mafia fue a buscarlo.  Ese Twigg no es ningún tonto. Sabe lo que hace. Por suerte pude intervenir a tiempo.”
“¿Quiere eso decir que otros superhéroes me estarán buscando?”, preguntó Myrko.
“Oh, definitivamente”, respondió Lobo. “Pero no se preocupe.  Yo lo mantendré a salvo.”
“¿No estaría más a salvo con ellos?”, preguntó Myrko.
Lobo no respondió.  Solamente soltó una risa, algo que se veía espeluznante, considerando lo frío que era. Su pelo largo, canoso y su abundante barba gris no ayudaban a la imagen.

sábado, 3 de enero de 2015

El magnífico mago Mystére 4: Cazadores de lobos


Autor: Glauconar Yue
Ilustración de José Antonio Rodrí


Eran apenas las cuatro de la tarde y Planchard ya podía ver el cielo oscurecerse entre los rascacielos de Montdelouis por la ventana de la comisaría. Cambió el teléfono de lado, mientras seguía sonando la música de espera, y con su mano izquierda alzó la tasa de café para beber un gran  trago. La persona con la que quería hablar probablemente no habría visto el sol en un par de semanas. La noche eterna del invierno noruego. Al fin la música se cortó con un crujido y una voz respondió en inglés.

-Buenas noches, comisionado Svenson,- dijo Planchard en un inglés masticado, -. Soy el detective Jean-Luc Planchard desde Francia. Estoy en un caso sobre Jules Mystére. Usted, cuando Mystére estuvo en Noruega, ¿usted investigó sobre él, sí?
-Ah, el mago Mystére, claro- respondió Svenson. El francés podía oír una sonrisa en su voz, pero ningún acento que empañase su inglés impecable.
-Mystére estuvo aquí involucrado con una secta diabólica. No me malentienda, él no formó parte de la secta. Aunque, legalmente vista, la secta no era criminal, solo excéntrica. Por eso, a fin de cuentas fue algo que escapó a nuestra jurisdicción.
-¿Y Mystére?- insistió Planchard, -. ¿Él no mostró comportamiento sospechoso?
-Ah, todo lo contrario- repuso Svenson,- Mire, Monsieur, yo sé por qué está llamando. Estoy al tanto del caso del lobo, y también creo que tengo la explicación a su problema.
El café casi se atoró en la garganta del oyente, quien no pudo controlar su sorpresa. Tragó con cuidado, dejó la tasa sobre el escritorio, respiró profundamente y dijo:
-Por favor, dígame.