jueves, 30 de abril de 2015

La manada 7: El lugar en el que todo empezó

Autor: Hans Rothgiesser
Ilustración: Hirokii Yamagi


Esa noche también había luna llena. Parecía mentira que tanto tiempo hubiese pasado desde aquella vez en la que Lobo lo había citado aquí para darle su primer ultimatum. Desde entonces hasta ahora había sucedido tanto. Las cosas realmente se habían deteriorado. Quizás si Corsair hubiese tomado más en serio a Lobo en aquel momento, se habría salvado vidas. Big Data estaría aún vivo. Frontpage también.
Pero no. Los superhéroes no negocian con terroristas. Lobo estaba claramente loco y ceder a sus demandas habría sido una locura en sí mismo. Corsair no negocia con dementes.
No había regresado a Tailandia desde ese día en el que discutió con Lobo. Y la señal que lo había llevado hasta esa isla en esa ocasión era la misma señal que estaba llamando su atención ahora. Definitivamente era la manera de Lobo de decirle que quería hablar con él nuevamente. Y siendo Corsair el tipo de superhéroe que es, iría solo. Eso lo sabían los dos. Quizás Lobo más que él mismo.
Corsair aterrizó en el claro del bosque en el que se abían encontrado la vez pasada. Aun quedaa la marca del lugar mismo en el que había caído el rayo del cielo hacía un año. El rayo con el que Lobo había pretendido amedrentar a Corsair.
“Yo les advertí”, escuchó Corsair de prono la voz de Lobo. “Les dije que hablaba en serio. Pero ustedes han decidido no creerme”
Corsair buscó con la mirada a Lobo. No estaba presente. No lo veía en ninguna parte. Se estaba comunicando a través de una especie de señal que emitía a una frecuencia que solamente él podía oir. Esto no parecía ser nada bueno.
“Estamos preocupados por ti, Anibal”, respondió Corsair. “Necesitas ayuda”
“Yo no soy el que necesita ayuda”, escuchó la voz de Lobo. “Yo tengo las cosas más claro que nunca”
“¿Por eso mataste a Big Data? ¿A Front Page? Anibal, estamos preocupados por ti”
Silencio. Lobo no responde. Corsair no está seguro de cómo tomar eso. De pronto, frente a él se proyecta una imagen. Es el titular de un periódico. Corsair no se molesta en leerlo. Considera que es una distracción. Que Lobo pronto atacará por otro lado.
“¿No vas a ver la foto que acompaña a este artículo?”, la imagen cambio y mostró un acercamiento de la foto. En ella se veía una señora llorando. “Es la madre de una de las víctimas de Big Data. ¿Sabías que mientras trabajaba con ustedes, colaboraba con redes criminales? ¿Les ayudaba con información? Una de estas organizaciones no tuvo ningún reparo en matar a todos los civiles que en un lunes en la tarde estaba en una agencia de un banco para poderlo robar”
“Ahora sabemos que Big Data era un traidor. Pero no por eso lo íbamos a asesinar”, dijo Corsair sin bajar sus defensas.
La imagen cambió nuevamente. Mostró varias fotos al mismo tiempo.
“Aquí más familiares de más víctimas, Bill”
En el momento en el que Corsair desvió su atención a la imagen, sintió el golpe. Había estado en lo correcto desde el comienzo. Todo había sido un truco para distraerlo.
No fue un golpe que vino de un lugar, sino que vino de todos lados al mismo tiempo. Lo empujó hacia dentro de sí mismo con una fuerza que no fue muy grande, pero lo suficiente como para preocuparlo. Al cabo de una fracción de segundo, se dio cuenta de lo que había pasado.
Lobo de alguna manera había generado un campo de fuerza. Una esfera que lo rodeaba y lo aprisionaba. Había cogido parte de la tierra en la que estaba parado. La esfera se elevó, con Corsair dentro. Levitó a un metro por encima del suelo. Entonces la imagen que habían sido las fotos de las víctimas pasó a ser Lobo de cuerpo entero y de tamaño natural.
“Lo siento mucho, Corsair, pero esto tiene que hacerse”, dijo.
“¿Qué planeas hacer, Anibal?”, preguntó Corsair preocupado. Golpeó con toda su fuerza la esfera desde su interior, pero no obtuvo ningún resultado. Estaba hecha de una energía que no había visto nunca antes. No se tardó mucho en darse cuenta de lo que se trataba. “Para esto necesitabas los prototipos de Zap. Su proyecto para proteger a la Tierra de ataques del espacio. Para usarlo contra mí”
“Así es, Bill. Y que no digan que no te di elección. Pero tú decidiste tratarme como a un loco. Referirte a mí como un demente. Y como eres el líder de la comunidad de superhéroes en este planeta, todos los demás me tratan como a un demente. Nadie me toma en serio”
“¿Y qué planeas hacer, Anibal?”, insistió Corsair. “¿Deshacerte de mí?”
Nuevamente silencio. Corsair sonrió, pero al cabo de unos segundos se puso serio nuevamente.
“¿Es en serio? ¿Pretendes deshacerte de mí?”
“Lo siento, Bill”, Lobo habló de nuevo. “Todos te siguen a ti. Si tú no me tomas en serio, nadie me tomará en serio. Insel X tiene razón. Todos se burlan de mí y me consideran un chiste, porque tú no me estás haciendo caso. Esto no me deja con otra opción para avanzar en mi agenda, que tener que sacarte de la ecuación. Lo siento, Bill. Tú me has forzado a hacerte esto”
“Anibal, no hagas algo de lo que te arrepentirás luego”
Lobo suspiró. Estaba vestido de negro como siempre, con su sombrero de ala ancha y su sobretodo negro. La única prenda de vestir que llevaba de otro color era su bufanda roja.
“Mucho esfuerzo se ha aplicado a lo que está sucediendo esta noche, Bill”, respondió. “Para poder desarrollar la tecnología que te tiene controlado en este momento se ha invertido un año de mi vida. Pero ha sido por una buena causa. Ahora por fin tenemos los medios para ponerte a raya, Bill. Si no quieres colaborar con nosotros, podemos deshacernos de ti”
“Pero hay un problema co tu plan, Anibal”, dijo Corsair desde el interior de la burbuja. “Para mantener este campo de fuerza fucionando necesitas mucha energía. Y una corriente de energía así de grande es fácil de rastrear”
Lobo no respondió de inmediato. Pensó sus opciones y finalmente habla.
“Tú trabajas solo”, dijo el anciano. “Eres el tipo de líder que hace las cosas solas y espera ser un ejemplo para todos. Tú no trabajas en equipo. Y estás aquí conmigo en este momento. Ni siquiera sabrías cómo seguir el rastro. Cómo ubicarme”
“Es cierto. Usualmente no trabajo en equipo. Pero en este año que acaba de pasar he aprendido que hay amenazas que no puedo enfrentar solo. Que no podemos enfrentar solos ninguno de nosotros. Y tú te has convertido en la amenaza que todos tememos, Anibal. Por más demente que creamos que estás. Hemos entendido, después de que mataras a Big Data y que asaltaras la guarida de Insel X y que robaras el laboratorio de Zap, que ninguno de nosotros está a salvo. Y que si queremos sentirnos seguros otra vez, necesitamos acabar contigo. Y eso implica trabajar juntos”
“Yo tampoco estoy solos”, dijo simplemente Lobo.
“Sí, lo sabemos. Nos quedó claro después de que atacaras a Insel X. Estás trabajando con grupos de personas alrededor del mundo. Redes criminales que quieren deshacerse de los superhéroes. Agencias de inteligencia que consideran que somos una amenaza. Superhéroes que han desertado. Personas que han perdido seres queridos en alguna de nuestras intervenciones. Debes tener cientos de ayudantes. Pero aún así. Eres vulnerable, Anibal. Y en cuanto te saquemos a ti de la ecuación, todo volverá a la normalidad”
“Oh, te equivocas, Bill”, Lobo sonrió. “Si yo muero en este mismo momento, hay alguien que me reemplazará. Tenemos una organización sólida establecida. No dependemos de una sola persona. Esto no acaba conmigo”
“Lo dudo mucho, Anibal”, Corsair cruzó las piernas en el aire y quedó levitando en el medio mismod e la burbuja de energía. “Y ahora, dime, ¿qué planeas hacer conmigo? Lo que sea que sea, va a reportar un aumento del consumo de energía de golpe que será muy fácil de identificar”
“Estás intentando confundirme”, Lobo sonrió y cruzó los brazos. “Estás tratando de evitar que pasemos a la siguiente etapa del plan. Lo siento, Bill. No lo vas a lograr”
“Entonces, una vez que no esté, recuerda mis palabras”, Corsair se molestó y amenazó a Lobo con un puño. “No importa que no esté. Me estás convirtiendo en martir. La comunidad de superhéroes no va a descansar hasta que te derrote. Hasta que vengue la muerte de su líder. De aquel que los guió por tanto tiempo. Anibal, serás perseguido por siempre. Y tú y todos tus colaboradores irán cayendo uno por uno hasta que no quede nada de tu estúpida conspiración”
Lobo bajó los brazos y se puso serio una vez más.
“¿Quién ha dicho algo de tu muerte? Tienes razón, Bill. Matarte te convertiría en martir. Pero, ¿sabes cómo convertirte en algo que funcione a mi favor? Exciliándote del planeta Tierra. No te vamos a matar. Te vamos a sacar del planeta y te mandaremos muy, muy lejos. Así todos aquí estarán regresando a que regreses. Y no harán nada al respecto. Porque así es esta gente. ¿Quién asumirá el liderazgo mientras tanto? ¿Insel X? Ese muchacho no tiene carisma. Nadie lo seguiría. ¿Alba? Ella es una guerrera. Sabe dirigir tropas en una guerra, pero no una organización en tiempos de paz. Lo siento, Bill. Te sacaré de la ecuación sin matarte. Y con eso, te convierto en un símbolo de falsa esperanza que jugará a mi favor”
Corsair lo miró un instante y luego entendió. El plan de Lobo tenía sentido.
Y entonces varias cosas sucedieron al mismo tiempo. Todas muy de prisa.
Primero, Corsair sintió de golpe la aceleración de la burbuja de energía que lo mantenía prisionero. Vio desde dentro de ésta cómo el paisaje tailandés en el que se encontraba era cambiado por el celeste del cielo y después por el negro del espacio. En cuestión de segundos estaba viajando a una velocidad que nunca había alcanzado antes en su vida por el cosmos. De pronto se percató que la burbuja misma ya no estaba. Que se seguía moviendo por la aceleración con la que había sido lanzado fuera del planeta. Invocó sus poderes de vuelo para frenar. Lo logró hacer después de mucho esfuerzo. Entonces miró en todas direcciones tratando de identificar estrellas o constelaciones. No pudo. Estaba demasiado lejos de la Tierra. Lo único que podía definir era la dirección general de la que venía por la aceleración que había sentido. Así que sin esperar más, comenzó a volar hacia allá. No tenía idea de cuánto se demoraría en regresar.
Segundo, la estación desde la que Lobo había estado hablando y monitoreando todo sintió el golpe del incremento de la demanda de energía y luego explotaron algunos de los controles. Algunas de las pantallas se apagaron. Algunos de los fotos dejaron de funcionar. Y sin más ni más, la estación dejó de operar.
“Señor”, intervino el científico Myrko Nichols, que había estado ahí observando cómo la tecnología que en parte él había desarrollado era aplicada. “Todos los instrumentos están muertos. El incremento en la potencia de energía ha freído varios de los servidores. Nada funciona”
Lobo no respondió. Se volteó hacia Ojo Público.
“Es un peligro quedarse aquí más del tiempo necesario, señor”, le dijo su encargado de seguridad. “Salgamos de aquí y destruyamos este lugar”
Lobo asintió. Se bajó de la plataforma desde la cual había estado transmitiendo. Ya habría oportunidad para leer las mediciones recogidas por el satélite que tenía en posición. Luego podrán averiguar cuán lejos había ido a parar Corsair y podrán calcular cuánto le tomará regresar.
Tercero, Insel X y Alba habían estado monitoreando todo lo sucedido desde un taxi espacial que orbitaba la Tierra. Se trataba de un pequeño transporte que Insel X había habilitado con la ayuda de último minuto de varios otros miembros de la comunidad de superhéroes. En este pequeño transporte habían instalado distintos tipos de sensores y radares y medidores. Cuando Lobo había emitido la señal para llamar a Corsair, supieron que había llegado el momento. Con la ayuda de la misma Alba y de Oxygen, habían puesto al taxi espacial en órbita en cuestión de minutos y se habían instalado para poder encontrar la ubicación de la base de Lobo. Corsair lo mantendría ocupado, mientras Insel X hacía uso de todos los instrumentos que tenía a la mano para intentar identificar el lugar al cual mandar a Alba a que se encargue de él. No podían seguir viviendo así. Lobo tenía que ser eliminado. Cuando Lobo mandó la burbuja de energía con Corsair dentro fuera del planeta, hubo efectivamente un pico en el consumo de energía en una base militar abandonada en la Antártida, que se transfirió a través de un satélite que se fundió a los pocos segundos.
“Ahí”, le indicó Insel X a Alba. La superheroína frunció el ceña, se aseguró de entender bien a dónde iba y salió por la puerta del transporte. Se dejó caer a la atmósfera de la Tierra y cuando ya sentía aire en su cara, se aceleró usando sus poderes. Ingresó a la base destruyendo parte de su techo.
Pero todo fue en vano. La base estaba desierta. No había habido nadie aquí por semanas. Por supuesto que sí encontró el artefacto que había sido usado para emitir la señal. Ésta a su vez había estado conectada a una base en alguna otra parte del planeta.
Alba revisó la base lentamente. Los tacos de sus botas eran lo único que se escuchaba mientras ella caminaba de un lado para otro. No encontró ninguna evidencia. No había forma de saber en dónde estaba escondido Lobo.
“Alba”, escuchó la voz de Insel X en el intercomunicador que llevaba instalado en su oreja. “Será mejor que regreses a la base. Tenemos un problema”
Ella no respondió. Simplemente caminó con paciencia hasta el ambiente que tenía el hueco en el techo. Se elevó delicadamente y salió volando de ahí. Mientras recorría los cielos de la Antártida rumbo al norte, escuchó la voz de Insel X nuevamente.
“Lobo lo grabó todo en video. Ha subido a internet una versión editada”, dijo preocupado. “El mundo sabe que ya no tiene a Corsair entre nosotros. Tenemos que prepararnos para dar un mensaje al público”
“Llama a Rocket Rover. Él debe ser el que hable”, dijo finalmente Alba con su voz dura, pero melodiosa.
“¿Segura?”, Insel X no estaba de acuerdo. “La gente espera que seas tú la que hables. Después de Corsair eres nuestro elemento más poderoso. Ahora que él no está... Tú eres la que debería decirle a la gente que no tiene nada que temer”
“¿Pero es eso cierto? ¿Acaso no tienen nada que temer? ¿Con ese demente por ahí suelto?”, preguntó Alba y aceleró mientras sobrevolaba el congelado continente. Insel X no respondió.


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