Autor: Dan Lenovo
La desconfianza corroía el alma de las cuatro parcas, después de una larga semana encerrados en las más insanas y demenciales torturas que la mente de Enta Calo pudo maquinar. El recuerdo de aquella frase aun los atormentaba: “Uno de ustedes fue el que me avisó lo que planeaban, y es por eso que me quedé.” Oficialmente habían acordado que aquellas palabras solo eran para romper la unidad que les permitía seguir en este infierno, pero la verdad era que cada uno de ellos guardaba la desconfianza en su corazón.
Sombras se extendían por sus espíritus, consumiendo lentamente la poca esperanza que en ellos podría hallar cabida, cada uno tenía sus hipótesis de lo que pudo terminar con su último intento de escape. El más perturbado por todo esto era la más nueva admisión de este grupo de vacas de sangre, Tod, quien para ese entonces ya había creado una verdadera relación afectiva con todos, en especial con Abril, quien para colmo no le hablaba desde que Enta se aburrió de torturarlos. Tod asumió que esto solo era debido a la abstinencia de muertes a la que estaban sometidos. En el pasado, los guardias llevaban a extraños a sus bodegas para que ellos se saciaran. Nunca supo quiénes eran o qué razón tenían para que los asesinaran, pero era mejor que volverse un demente aun sobre su conciencia.
Aquella mañana comenzó como cualquier otro día. Samanta regresó del ordeñamiento, las lágrimas no dejaban de rodar por sus suaves mejillas, mientras que su boca mostraba el dolor absoluto. Tanto Miguel como Tod la observaron, pero sus angustiadas mentes no les permitieron actuar.
Las puertas rezumbaron y el aire fue cortado. Al otro lado de la bodega, una delicada silueta se dibujaba al contraste con el sol. Abril caminó furiosa hacia el grupo con una mochila en el hombro, y abrazó a la pequeña Samanta, mientras le susurraba algo al oído, aquellas palabras hicieron sonreír a la niña quien devolvió fraternalmente aquel cálido abrazo.
domingo, 13 de septiembre de 2015
lunes, 7 de septiembre de 2015
Revenge 6: Sangre en los cielos
Autor: Anthony Llanos
Dándose
cuenta de que sus actos lo exhiben como el enemigo y observando las
reacciones de pánico ante su presencia, Revenge se dirige al centro
de la ciudad, donde frente a los edificios principales se extienden
enormes pantallas por las cuales piensa transmitir la cruda realidad
de las cosas. Aparecen en el cielo centenares de esferas conteniendo
personas, mientras abajo la gente corre de un lado a otro
completamente horrorizada. De repente, las gigantescas pantallas
empiezan a transmitir escenas de asesinatos, violaciones y todo tipo
de abusos realizados por las personas en las esferas. Los rostros más
conocidos causan indignación ante las muchedumbres que se congregan
observantes a cada escena. Las imágenes logran calmar a la gente que
cambia su estado de pánico por indignación y gritos de justicia, el
desprecio y rabia de la gente al saber la verdad causa enorme
agitación. Numerosos políticos, estrellas de la televisión,
reconocidos políticos del continente sudamericano, autoridades y
presidentes son mostrados como los monstruos que son realmente. Se
exhiben los más profundos recuerdos y las sucias motivaciones de los
ajusticiados, así como los nombres y rostros de las personas que son
vengados. Al hacer esto, el público cambia drásticamente para darle
todo el apoyo al nuevo “héroe” ante la aterrada mirada de los
más grandes gobiernos, que se ven desenmascarados con imágenes
transmitidas alrededor del mundo.
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