miércoles, 31 de diciembre de 2014

The Zone 3: La historia de Big Benny

Autor: Alonzo Yzasiga
Ilustración de Dashield Warren Klay


A pesar de encontrarse en la azotea sobresaliente de un décimo piso, la piscina era espaciosa y acogedora; sus aguas refrescantes además, eran una invitación placentera ante el sofocante calor. En ella nadaba la prometida de Michael Valviery, Rosseanne Margolis, con destacable soltura, no por nada había ocupado los primeros lugares en el equipo de natación de su universidad, incluso fue tentada a realizar una evaluación preliminar para integrar el equipo olímpico, algo que rechazó por pedido expreso de su familia que nunca fue proclive a la “exposición mediática” de alguno de sus miembros.

Del grupo presente, era Rosseane la única que disfrutaba con la alberca; los demás preferían tomar baños del sol. Claudia Valviery se echaba crema bloqueadora cada cinco minutos sobre su pálida piel a pesar de encontrarse recostada en una silla plegable bajo la protección de una amplia sombrilla, su asistente, Brenda Burbank, en cambio, se paseaba de un lado a otro con el cuerpo untado de loción bronceadora, prestando atención a su agenda electrónica donde no dejaba de teclear, imperturbable, a pesar de llevar gafas oscuras que Rosseane imaginó le dificultaban la lectura. En definitiva, si bien su futura cuñada le resultaba antipática, tenía que soportarla por los lazos familiares de su expectante matrimonio, no así con aquella secretaria que se paseaba oronda con aquel minúsculo bikini luciendo una figura infartarte que robaba no solo las miradas del enigmático Thomas Raven sino incluso del propio Michael quien la observaba de cuando en cuando mientras platicaba con su amigo.

- No deberían desdeñar la propuesta que les hizo esa policía; es decir, si es cierto que Ray Fire asesinó a su padre, quizás pronto intente algo contra ustedes- advirtió Raven después de apresurar una copa de vino.

- No sé que traía entre manos ese fenómeno para traicionar al viejo, pero en lo que respecta a nosotros el asunto está por concluido. Quizás hasta termine sus días en prisión Tom, sin necesidad de vernos envuelto.

- Eres muy optimista Michael, tu padre era un lobo en los negocios y por lo mismo la gente podría llegar a pensar que no hubiera tenido escrúpulos en desalojar a esos pobretones de los suburbios. Puede incluso que Fire termine siendo el héroe en esta historia.

martes, 23 de diciembre de 2014

Flores de la muerte 1: La muerte es tan cierta como la hora incierta


Autor: Dan Lenovo
Revisión: Glauconar Yue

La mañana bendice la tierra de aquella olvidada ciudad, mientras todos los engranes comienzan a rotar. Conforme las sombras crecen, la gente despierta. En el centro de la urbe, todo marcha como de costumbre, los primeros camiones de pasajeros comienzan su eterno recorrido, el dulce aroma del pan de Doña Cecilia inhunda las calles, las viejas cantinas avientan a sus no tan refinados comensales a la calle para cerrar después de una larga jornada de trabajo. Un joven despierta,  a la mitad de la avenida principal,  completamente desnudo, cubierto de cicatrices, que a su vez forman un hermoso dibujo a través de su piel.
El viejo oficial Martínez  se llevaba las manos a la cabeza en señal de desesperación. Los fuertes gritos de la iracunda mujer, tan temprano por la mañana, lo ponían sumamente de malas. Su despacho era pequeño, solo consistía de su viejo pero leal escritorio, una linda cómoda y un perchero donde colgaba su Beretta 92, la cual siempre había presumido, a pesar de que nunca la había disparado. Y ¿por qué iba a hacerlo? El último caso donde se vio involucrado fue el choque de un viejo borracho, que terminó por estacionarse en la sala de una familia. Aunque, claro, eso sería si omitiéramos el caso de desaparición de un chico de 22 años hace una semana, quien mágicamente había vuelto esta mañana. No obstante, Martínez deseaba que jamás hubiese aparecido con tal de no tener que soportar a su madre.
Aquella mujer golpeaba con fuerza el escritorio del oficial, su lindo rostro se deformaba por las muecas de la ira. La señora tendría alrededor de 50 años, pero a pesar de su edad, era una mujer atractiva.
-¿Qué quiere decir con que ya no va a continuar la investigación?– gritó tan fuerte como sus pulmones se lo permitían.

sábado, 20 de diciembre de 2014

NEUSUD: Telekinesis 3 - Dorian


Texto e ilustración: Gerardo Espinoza


Farid sufría de insomnio desde los diez años; aprovechaba las horas de vigilia leyendo o escribiendo pequeñas historias y otras veces participando en juegos on-line, su favorito era Oblivion; pasó noches enteras sin dormir por ganar esas complejas campañas. La realidad virtual era su verdadero hábitat. Cuando salía de ella todo era tan insatisfactorio y vano. Sus únicas amistades fueron tres personas que casi no veía, al menos físicamente. Aún así era admirado por sus compañeros de clase que veían sus logros en Oblivion e intentaban conectar con él, invitarlo a socializar, pero siempre los rechazaba. Ahora cada vez que los recuerda ve sólo sus caras de espanto.

El vehículo se detuvo a pocos metros haciendo sonar el claxon. Farid asustado abrió los ojos y dio un salto hacia atrás cayendo de espaldas. 
El conductor bajó presuroso a socorrer al joven.

-¿De dónde saliste?– preguntó el chofer. -¿Quién te abandonó en medio de la nada? No pudiste haber llegado solo... ¿Cómo te llamas?
Por un momento, pensó que era mudo.
-Soy Farid– respondió lentamente -No sé qué pasó, estoy perdido.
-Descuida, todo estará bien. Mi nombre es Dorian.

viernes, 12 de diciembre de 2014

Revenge 1: Un cambio a toda costa

Autor: Antony Llanos
Ilustración de Gino Descalzi
 

La vida diaria se vuelve tortuosa para los menos favorecidos económicamente. Pocas veces las personas comunes encuentran alivio a sus padecimientos y los problemas son pan de cada día. Dinero, trabajo, esposa, hijos, enfermedad, estrés, depresión, ira, impotencia y desesperación son solo algunos de los sentimientos o problemas más comunes. Incluso la gente con recursos se ve afectada por algunos de estos, pero el dinero ayuda a  resolverlos con mayor rapidez y casi siempre con resultados favorables. En cambio quienes carecen de poder económico se sumergen en un mar de injusticias y malos tratos de parte de las autoridades que lejos de protegerlos se sirve de ellos.
Tú lo has visto, lo has sentido. Ese es el despertar matutino, el desayuno diario del cual te sirves cuando vas a trabajar, cuando el jefe se aprovecha del poco tiempo libre que tienes y te asigna labores que nada tienen que ver con tu puesto. Puedes sentir esa rabia cuando el supervisor resulta ser un tipo de mente frágil que olvida haberte asignado una tarea de muchas horas para luego decirte que no es necesaria. Vivir así cada día solo para llegar al fin de semana, cobrar tu merecido sueldo y darte cuenta de la enorme lista de descuentos de cuya existencia no estabas al tanto. Subir a un bus repleto de personas que viven la misma existencia vacía enrumbándose a casa tras cada mísero día. Un cobrador de pasajes que apesta a sudor y usa una camisa percudida con el mismo olor penetrante que te hace fruncir el ceño. Con instrucciones inadecuadas te obliga a apretarte al fondo de un vehículo que ya rebasó su capacidad de usuarios. Ese magnífico chofer que se detiene en semáforos en verde, solo porque le da la gana mientras otros vehículos lo pasan de largo.

sábado, 29 de noviembre de 2014

NEUSUD: Telekinesis 2 - Insolación


Texto e ilustración: Gerardo Espinoza
Revisión: Luis Arbaiza

Luego de despertar, permaneció tendido por varios minutos sin tener idea de donde estaba. Sentía el sol quemándole el rostro.

Giró a ver el sitio y se descubrió en medio de un maizal. Notó que estaba sobre cientos de tallos aplastados formando un círculo ancho de cinco metros, algunas hojas estaban chamuscadas. Se puso de pie desorientado y salió del claro haciéndose camino entre los tallos más altos que él.

Su mente se aclaraba a medida que avanzaba, revelándole la atroz realidad de lo que había pasado. Llegaban los recuerdos y empezaban a surgir las preguntas: ¿Qué pasó en el salón? ¿Qué le hice a mis compañeros? ¿Dónde estoy? ¿Cómo llegué aquí?

El caminar se hacía cada vez más difícil; le temblaban las piernas y tenía la boca seca. Se detuvo y permaneció estático por varios minutos totalmente desorientado oyendo el zumbido interno que sólo la completa soledad otorga.

Recordó el rostro de Isabel, recordó que aquella mañana intercambiaron cuadernos, recordó que no eran amigos pero era la única que le hablaba, recordó que ella lo abrazó y trató de calmarlo, sintió sus pequeños brazos y su voz aguda pidiéndole que pare. No pudo más y cayó de rodillas presa de la angustia. No quiso moverse y se recostó en medio de los surcos de tierra seca.

Pasó horas en ese maizal y se quedó dormido. Cuando cayó la noche se obligó a sí mismo despertar; sentía mucho frio. Caminó hacia el norte y encontró la carretera luego de media hora. Dio unos pasos y se echó en el asfalto aprovechando el calor acumulado durante el día. Esperó así por horas sin ver una sola luz ni señal de vida.

Durante la noche que pasó tendido en la pista; tuvo un sueño  extraño que involucraba un orbe luminoso al borde de la carretera. Este se le aproximaba proyectando una especie de láser aplanado que escaneaba su cabeza variando su intensidad e iluminando a veces todo a su alrededor. Luego sólo brillaba su parte central, como un anillo que lo circundaba ecuatorialmente. Segundos después se esfumó entre la vegetación.

A la mañana siguiente continuó andando por la carretera. Tenía los  brazos y cuello enrojecidos por exposición al sol.

Tiempo después llegó a un canal de regadío. Bajó a la orilla y bebió tanto como pudo, se sumergió en el agua y permaneció en ese sitio hasta el mediodía. Al atardecer se sentó al borde de la carretera sin intenciones de caminar más. Estaba muy hambriento.

Mientras esperaba empezó a tener micro sueños donde oía los gritos de horror de sus compañeros, oía también a la profesora Mildred. Las lágrimas caían porque veía también sus rostros y despertaba asustado. Era la culpa e incertidumbre de no saber qué pasó.

Un motor sonó a lo lejos casi imperceptible. Al instante su corazón empezó a acelerarse, parecía su salvación en el peor momento de su vida. Alzó sus brazos temblorosos para llamar la atención del que maneja.

domingo, 23 de noviembre de 2014

La manada 3: Por puesta de mano


Autor: Hans Rothgiesser
Ilustración de Glauconar Yue 

Myrko Nichols era una de esas personas que consideraban nunca haberle hecho daño a nadie.  Había sobresalido desde pequeño, cuando resultó ser un alumno excepcional.  Sus padres no entendían de dónde había heredado ese potencial.  Ninguno de los dos era particularmente astuto o inteligente.  De hecho, ninguno de sus dos hermanos era buen alumno. 
A muy temprana edad Myrko entendió que llamar la atención no era una jugada muy conveniente, así que decidió bajar su rendimiento.  Sus notas pasaron de ser las mejores a ser promedio.  Sus profesores, mal pagados y decepcionados de su profesión, no le prestaron atención.  Sus padres y sus hermanos se tranquilizaron y dejaron de pensar en el asunto. Los bravucones de su clase, con el tiempo, lo olvidaron y lo dejaron en paz.
Eso, por supuesto, no implicaba que el joven Myrko se limitara a la mediocre educación que recibía en su distrito.  La mayoría de los recreos los pasaba en la biblioteca del colegio con la complicidad del encargado de la biblioteca, que reconocía perfectamente el juego que estaba jugando el muchacho. Le dejaba pasar y esconderse cuando hacía falta. De hecho, a veces lo dejaba en la biblioteca luego de que el colegio cerrara, indicándole cómo salir. Myrko y el bibliotecario sabían perfectamente que a la primera ocasión en la que su estadía clandestina fuese un problema, se acabaría ese trato especial, algo que ninguno de los dos deseaba en lo más mínimo. Así que cada tarde que Myrko se quedaba leyendo, él brindaba especial atención en dejar todo como le habían indicado que lo haga, antes de salir despacio.

domingo, 9 de noviembre de 2014

El magnífico mago Mystére 3: La prisión más segura de Europa

Autor: Glauconar Yue
Ilstración de Philip Jacques de  Loutherbourg (1791)

La intensa brisa marina azotaba la gabardina del inspector François Bergier, quien se detuvo sobre una roca cubierta de arena y nieve. El inspector cubrió su calva negra con un gorro de lana, alzó la mirada hacia los muros de la prisión y sintió envidia del detective Planchard. Mientras Bergier daba vueltas por estos parajes inhóspitos, el encargado del caso del Garou había vuelto a las calles hace poco. Había sido casi un mes en el que las extrañas muertes se habían dejado de registrar. Realmente daba ganas de creer que el mago Mystére había desaparecido al monstruo en su desconcertante espectáculo, incluso si un pobre muchacho inocente hubiera desaparecido junto con este. ¿Qué tal, incluso, si el muchacho era efectivamente el asesino? Era una conjetura seductora, pero representantes de la ley como Bergier y Planchard estaban obligados a buscar pruebas.
Sin embargo, hace dos días, apareció un caso más, con las precisas características del temido asesino en serie: violencia visceral, marcas de garras y dientes, sin testigos. En la misma noche, además, Jules Mystére había huido de prisión. El inefable mago que se había negado a declarar sobre la desaparición del muchacho en su espectáculo había huido, y no de cualquier lugar, sino de la prisión más segura de Europa, el siniestro Château d'If. ¿Sería incluso capaz de cometer dos crímenes incomprensibles en una sola noche? Había pocos hombres en el mundo capaces de actuar tan sigilosamente, por lo que matar dos pájaros de un tiro también era tentador. Si Bergier hubiese tenido a un embaucador semejante frente a frente, le habría arreglado cuentas a puñetazos. Pero Bergier era un representante de la ley, obligado, no a atrapar al criminal, sino a investigar cómo escapó.

jueves, 30 de octubre de 2014

Silent Shadow 1: El milagro de la medicina


Texto e ilustración de Jair Sánchez Gutiérrez


Ciudad Gris sería una urbe común si no fuera por la plaga de gatos que tenía, sus antiguas casonas coloniales y sus pocas áreas verdes. La basura muchas veces se acumulaba en las calles y eso hacía que fuera un sitio muy sucio y poco visitado por turistas. Sin embargo, era el hogar de un prodigio en la medicina, el doctor Javier Von.

Von era un reconocido médico que se había quedado viudo y vivía con su hija de diez años llamada Elena. Era muy delgado y andaba siempre con el pelo castaño desordenado. Lo más característico de su rostro cansando eran sus bigotes sin afeitar.
La pequeña Elena tenía una cara redonda acompañada de varias pecas y llevaba una larga cabellera negra que llegaba hasta su cintura. Ella no solía salir a pasear a las calles como los otros niños, pero por eso mismo conocía muy bien el edificio en el que vivían, sabía todos los escondites y pasajes de esa vieja vivienda. La hora preferida de Elena era cuando comía con su padre, debido a que el resto del día él se encerraba en su laboratorio en el sótano.
Un sábado por la tarde Von salió de su área de trabajo y llamó con entusiasmo a Elena.
-¡Lo logré al fin, Ely! ¡He creado una súper medicina que puede curar cualquier enfermedad!- exclamó Von acercándose al sillón donde siempre se sentaba a escribir en su pequeña libreta. Elena sabía que su padre había estado trabajando por años en hallar una cura para toda clase de males desde que mamá había fallecido por un cáncer maligno.

lunes, 27 de octubre de 2014

The Zone 2: El nuevo compañero

Autor: Alonzo Yzasiga
Ilustración de Dashield Warren Klay

La antesala donde esperaba Kate Mills era acogedora, el piso estaba cubierto de una alfombra que ella juzgó de primera calidad y también muy costosa. En realidad todo el ambiente hacía gala tanto de buen gusto como de ostentación económica; Kate imaginó que era el trabajo de un diseñador profesional al que se le había dado carta libre para no reparar en costos, de esa manera tanto el tapiz como las macetas, cuadros, muebles, lámparas e incluso cortinas contribuían a crear un clima de grandiosidad que hablaba mucho de la importancia de la persona con la cual los visitantes deseaban entrevistarse, o por lo menos fue bosquejado para tal fin. Kate llevaba ya unos veinte minutos en dicho vestíbulo y se preguntaba cuánto tiempo más tendría que aguardar; de vez en cuando miraba a la recepcionista rubia que atendía los teléfonos y ésta le ofrecía una sonrisa de conmiseración como diciéndole, un minuto más, pronto la atenderán. La recepcionista llevaba el cabello liso y suelto; era sin dudarlo una de esas preciosidades que esperaba triunfar como modelo o actriz y que mientras tanto desempeñaba algún oficio redituable para poder pagar las cuentas. Era además muy joven. Kate también era joven pero no tanto como la chica rubia, y mientras ésta aún estaba por labrarse un futuro incierto, ella ya era una detective de policía, que pese a ello no dejaba de envidiar su color de cabello; los hombres siempre preferirán una rubia ingenua a una pelirroja amargada, se dijo, mientras devolvía la sonrisa.

lunes, 20 de octubre de 2014

NEUSUD: Telekinesis 1 - Isabel



Texto e ilustración: Gerardo Espinoza
Revisión: Luis Arbaiza 

Precisa y fría era la mañana cuando Farid despertó desconcertado; las únicas sensaciones que contenían esos primeros segundos eran las palpitaciones en el pecho y el brazo que no paraba de temblar.

Percibió zumbidos y voces interminables. Trataba de atender a la clase pero cada cosa dicha por la maestra se perdía en algún lado antes de llegar a él. Inclinó la cabeza por varios minutos, ocultando su mirada cansada. Giró el cuello buscando en el aire sin fondo de la ventana algo de libertad.

-¡Farid, ponga atención!– era la maestra Mildred exhortándole desde el otro extremo del salón. Su voz chirriante lo despertó de aquella ensoñación; algo empezó a escapársele mientras su cuerpo se estremecía en medio del aula. Luego un zumbido, los temblores y el inevitable deseo de querer girar la cabeza sin parar, querer gritar, ponerse de pie o pedir ayuda; pero nadie movía un dedo. Ni siquiera para escapar. Todos permanecían inmóviles.

Luego, en silencio y lentamente, cada objeto a su alrededor empezó a levitar, desatando pánico entre los compañeros pero más aún en él; las ventanas vibraron, pulverizando los cristales. Era incapaz de contener toda esa energía emanada de su cuerpo. De hacerlo acaso esta destruiría sus adentros. Un vórtice luminoso se proyectó a su alrededor y contra toda lógica toda el aula entera levitó.
Le atormentaba la idea de provocar sufrimiento, sentía cómo iba perdiendo cada uno de sus sentidos dejándolo a merced de ese poder incontrolable. Convulsionaba ingrávido, elevado a un metro del suelo, creyendo que pasaban los minutos sin saber que todo esto sucedía a la vista de todos en sólo diez segundos.

Toda la clase sintió aterradores ataques de taquicardia, algunos compañeros incluso giraban descontrolados dando gritos terribles mientras chocaban entre sí.

Entonces sintió esos brazos pequeños que le rodearon el cuello; una chica gritaba a su oído palabras dulces que empezaban a hacerse espacio en su  locura,  devolviéndole algo de lucidez, trayéndole un instante a la realidad. La pudo mirar y supo que era Isabel; la chica del costado. Sintió pavor instantáneo; no quería hacerle daño, pero el campo de energía se hacía más y más violento. A pesar de todo esto Isabel seguía aferrada a su cuello, suplicándole que pare por piedad, por favor…

Instantes después el zumbido cesó y ambos desaparecieron.


domingo, 12 de octubre de 2014

La manada 2: Primera sangre

Autor: Hans Rothgiesser

Big Data se despertó de un sobresalto cuando sonó el despertador a las 5 de la tarde.  Instintivamente buscó sus pantunflas para caminar hasta el baño y lavarse la cara.  Se tardó unos segundos en darse cuenta de que una vez más se había quedado dormido con la ropa puesta.  Que su pijama se encontraba doblada debajo de la almohada de su cama.  Era la segunda vez esta semana.
Cuando se vio en el espejo notó que no se había lavado el pelo en varios días y que se comenzaba a notar.  A las 6 pm tenía que conectarse en el sótano, poco antes de que se oculte el sol.  Esto quería decir que tenía una hora para ducharse, lavarse el pelo, cambiarse de ropa y preparar todos los equipos.
Como solía ser el caso, ingresó a la ducha y se demoró un buen rato debajo del agua caliente, incluso antes de enjabonarse.  En esos días eso era lo único que lo relajaba. Estar ahí sin pensar en nada y sintiendo cómo la ducha lo quemaba ligeramente. Cerraba los ojos, se apoyaba en una de las paredes y repiraba profundamente varias veces. Luego se echaba jabón y se enjuagaba y nuevamente se quedaba bajo el agua caliente más tiempo de lo usual. Finalmente salía y se miraba en el espejo del baño por unos cuantos minutos. Otra vez se había olvidado lavarse el pelo.

sábado, 4 de octubre de 2014

El magnífico mago Mystére 2: Secretos de la magia

Autor: Glauconar Yue
Ilustración de Isabel Bollmann

Las ojeras perpetuas del detective Jean-Luc Planchard sugerían o bien que no tenían nada que ver con su ritmo de sueño, o que jamás, en los últimos cinco años, había dormido una sola noche entera. Con su taza de café en la mano, Planchard insistiría en que no había cómo dormir bien si asesinos como el llamado Garou andaban sueltos en la ciudad. Pero ahora se le atravesaba esto: un espectáculo de circo y un charlatán anticuado que pretendía defender la poca dignidad de su trabajo.
Vestido con solo una camisa blanca, los puños arremangados, y corbata michi, sentado a una mesa vacía bajo la parca luz fluorescente, el ilusionista parecía despojado del aura mística que lo rodeaba en el escenario. La poca información que incluía su expediente había sido recabada de publicaciones promocionales, declaraciones suyas o de sus agentes. Y, además, todos los datos eran inverosímiles y contradictorios. El periódico de esta mañana volvía a difundir rumores ridículos, incluyendo la idea de que el mago había vencido al Garou.
-Entonces, Jules Mystére...- murmuró el detective, -¿Mystére? ¿Es ese su verdadero nombre?
-Así es,- respondió el mago impasible, -Mi padre era Henry Mystére.
-Bueno, señor Mystére...- prosiguió Planchard, no sin masticar irónicamente el nombre por un momento, -cuénteme qué sucedió aquella noche en el espectáculo.

lunes, 29 de septiembre de 2014

The Zone 1: Medidas Extraordinarias


Autor: Alonzo Yzasiga
Ilustración de Dashield Warren Klay


Rómulo Valviery podía considerarse un hombre exitoso, lo tenía casi todo en la vida: mujeres que lo adoraban, el suficiente dinero para  satisfacer sus más oscuros deseos, y una salud inquebrantable. Pese a ser un sexagenario, poseía la suficiente vitalidad para quedarse a trabajar de noche. El lugar era una de sus oficinas acondicionada artificiosamente para servirle como “base de operaciones”, en el cuarto piso del más reciente edificio construido por su empresa. Rómulo era la cabeza de Valviery y asociados, una compañía dedicada a la construcción, con varios años ya de existencia, y en pleno año 2025, una de las más solidas en su rubro; pese a ello, él soñaba con el monopolio absoluto, algo que imaginaba podría llevar a cabo antes de su muerte.

El edificio, exceptuando el área donde se encontraba su oficina principal y otras destinadas a sus secretarias y asesores, se encontraba vacío, aunque la mayoría de los pisos ya habían sido adquiridos. El empresario recién habilitaría su posesión los próximos días. Ya dispuesto a retirarse decidió marcar el móvil y avisar a su chofer para que lo espere en recepción, sin embargo, la llamada entrante, cuyo número desconocía, lo tomó por sorpresa.
- No se asuste, pero dese prisa y huya – la voz era completamente neutra, no reflejaba emoción alguna – su vida corre peligro.
- ¿Pero quién demonios es usted? ¿Me está amenazando?- increpó enojado, pero ya era inútil, ya habían colgado.
Llamadas como aquella no eran novedad para Valviery, no se llega a millonario si uno se deja intimidar por ese tipo de situaciones, lo que le molestaba y dejaba pensativo era que se comunicaran por una línea que él consideraba estrictamente privada y segura. Entonces lo vio, en medio de la nada, levitando afuera del edificio, sonriendo.

jueves, 18 de septiembre de 2014

La manada 1: Antesala a la insurgencia



Autor: Hans Rothgiesser
Ilustración de Hirokii Yamagi

La noche era oscura a pesar de que había luna llena, algo que Corsair no se detuvo a pensar.  Él no era de los que se fijaba en los detalles y mucho menos de los que le dedicaban tiempo a pensar en asuntos que no eran concretos o necesarios para cumplir una misión.  Y esa noche su misión era averiguar el origen de esa señal.
Volaba por la noche en dirección a una isla en Tailandia de la que venía un pulso. ¿Tailandia? Sí, Tailandia.  Hacía unos cinco años a Corsair le habría llamado la atención, pero hoy en día ya no tanto.  La tecnología necesaria para poder emitir esa frecuencia podía ser comprada en el mercado negro y transportada a cualquier parte en el mundo.  No obstante, era cara.  Corsair quería saber quién había pasado por todo ese problema con el único objetivo de llegar a él.  De llamar su atención.  Y si bien lo más probable era que se tratase de una trampa, él se había propuesto averiguar de quién se trataba.
Así que volaba por el cielo con la misión que él mismo se había impuesto, como era la costumbre.  Volaba a una velocidad mayor a la de cualquier jet supersónico humano.  Volaba mirando fijamente hacia el frente, con las manos cerradas en puño por delante.  La velocidad azotaría su pelo, si no fuese que parte de su uniforme era un casco.

viernes, 5 de septiembre de 2014

El magnífico mago Mystére 1: El truco mortal



Autor: Glauonar Yue
Ilustración de Edward Torres Vega


-El lago sigue congelado- murmuró Pierre, mirando por la ventana del décimo piso.
El espejo de hielo apenas se distinguía entre los puentes antiguos y los modernos botes que lo cubrían, las carreteras y autos de último modelo que lo rodeaban, y los vestigios de torres puntiagudas absorbidas por los rascacielos de la caótica ciudad de Montdelouis.
-Es verdad- asintió Hélène, alzando la mirada de su plato de ensalada, -es un invierno fuerte.
La cafetería, en la que los dos colegas almorzaban todos los días a la una, no hacía mucho por contrastar con el frío del exterior: las mesas de plástico y las paredes eran blancas y la mayoría de gente no se hablaba a pesar de verse a diario. En cambio, hojeaban historias de asesinatos sin resolver en el periódico o miraban anuncios comerciales en uno de los muchos televisores que colgaban del techo.
-Hélène,- preguntó Pierre, -¿tienes algún plan para esta noche?
No eran una pareja. Llevaban ya varios meses en la oficina y conversaban más que la mayoría de gente en los vienticinco pisos del edificio, pero esta era una de las pocas veces que habían estado solos los dos. La mayoría de veces eran Jean-Luc o Bastien los que conincidían con el turno de Pierre.
-Esta noche...- reflexionó Hélène, -Pues no lo he pensado. ¿Por qué?
-Hoy habrá una presentación del mago Mystére- sonrió Pierre, -tengo dos boletos.

viernes, 15 de agosto de 2014

¿Qué es Hero clash?

Hero clash es una nueva continuidad de superhéroes compuesta de varias series cuyas historias se intersectan para formar un mundo colectivo. Puedes seguir a un héroe a la vez o leer todas las historias en paralelo. Cada serie se actualiza mensualmente, con lo que encontrarás por lo menos un capítulo nuevo por semana en esta página.

Edición y coordinación: Glauconar Yue
Diseño del blog: Gerardo Espinoza

El proyecto surge de una cooperación entre varios escritores y el apoyo de algunos dibujantes. Si te interesa participar con tus dibujos, ¡escríbenos! Glauconaryue@gmail.com