Autor: Glauonar Yue
Ilustración de Edward Torres Vega
-El
lago sigue congelado- murmuró Pierre, mirando por la ventana del
décimo piso.
El
espejo de hielo apenas se distinguía entre los puentes antiguos y
los modernos botes que lo cubrían, las carreteras y autos de último
modelo que lo rodeaban, y los vestigios de torres puntiagudas
absorbidas por los rascacielos de la caótica ciudad de Montdelouis.
-Es
verdad- asintió Hélène, alzando la mirada de su plato de ensalada,
-es un invierno fuerte.
La
cafetería, en la que los dos colegas almorzaban todos los días a la
una, no hacía mucho por contrastar con el frío del exterior: las
mesas de plástico y las paredes eran blancas y la mayoría de gente
no se hablaba a pesar de verse a diario. En cambio, hojeaban
historias de asesinatos sin resolver en el periódico o miraban
anuncios comerciales en uno de los muchos televisores que colgaban
del techo.
-Hélène,-
preguntó Pierre, -¿tienes algún plan para esta noche?
No
eran una pareja. Llevaban ya varios meses en la oficina y conversaban
más que la mayoría de gente en los vienticinco pisos del edificio,
pero esta era una de las pocas veces que habían estado solos los
dos. La mayoría de veces eran Jean-Luc o Bastien los que conincidían
con el turno de Pierre.
-Esta
noche...- reflexionó Hélène, -Pues no lo he pensado. ¿Por qué?
Ella
torció la boca.
-Ay,
Pierre. ¿Tú crees en esas cosas?
Él
no se desanimó sino que se dejó llevar por su convicción:
-¿Sabías
que el mes pasado se lanzó al lago en un baúl con cadenas?
-¡Qué
cosa!- rió Hélène, -Ese tipo está loco. Con el frío que hace,
incluso bañarse así no más sería suicidio.
-Es
verdad,- concordó él, -una persona normal hubiera muerto, pero el
mago Mystére... Bueno, él sobrevivió o... Bueno, al final sí.
-¿Cómo
es eso?- cuestionó ella -¿Sobrevivió o no?
-Bueno,-
suspiró Pierre, y decidió contar la historia completa:
Jules
Mystére quería repetir un truco que Harry Houdini realizó hace más
de cien años. En 1912 Houdini, el gran escapista, fue arrojado desde
un bote al East River de Nueva York en verano. Houdini salió nadando
en pocos minutos, pero el caso de Mystére fue mucho más extremo.
Para
empezar, como tú ya dijiste, lo hizo a mitad del invierno. Por lo
mismo, no hizo falta un barco: el hielo es lo bastante grueso para
pararse encima. No lo suiciente para cargar a todo el público que
vino a verlo, sin embargo. La gente se reunió sobre el puente Liege
y a la orilla sur, y los asistentes del mago cortaron un orificio
circular en el hielo a mitad del lago. Luego encadenaron a Mystére
de manos y pies, lo metieron al baúl y lo cerraron con tres
candados. Y lo arrojaron al agua.
La
gente había hecho apuestas por cuánto demoraría en salir, si le
tomaría menos de una hora o incuso rompería la marca de Houdini.
Pero no volvió ni en un minuto, ni en una hora. Mucha gente se
sintió frustrada, y al anochecer ya solo quedaban pocos seguidores.
Los asistentes ya estaban pescando con ganchos a través del hueco en
el hielo, y a las 6:30 pm lograron recuperar el baúl. Los tres
candados seguían cerrados. Lo abrieron, pero estaba vacío.
Así
pasó casi el resto de la noche sin que hubiera noticias suyas, hasta
que surgieron gritos del otro extremo del lago. Resulta que por aquel
costado el hielo no estaba tan grueso e incluso se quebraba en
algunas partes, dejando objetos flotar a la superficie. Uno de esos
objetos no era nada menos que el cadáver inerte del mago Mystére.
En cuanto se supo, la gente se volvió a arremolinar en torno al
lugar, muchos lo vieron, e incluso hubo periodistas temerarios que se
treparon al hielo quebradizo para tomar de cerca una foto a la cara
del muerto.
Los
agentes del mago se encargaron de su cadáver y se negaron a declarar
durante tres días, en los que ya todos habían confirmado la muerte
del famoso ilusionista. Finalmente, la presión del público fue
demasiado grande, y sus agentes, asistentes y amigos cercanos
accedieron a dar una rueda de prensa, para tomar posición ante el
siniestro. Iban todos de negro cuando se sentaron a la mesa frente al
auditorio lleno. Y esban a punto de confirmar la muerte de mago
cuando de un golpe de aire se abrieron las cortinas detrás de ellos
y Mystére apareció, con un gesto místico de haber vencido a la
muerte.
Ni
siquiera sus propios agentes podían explicarse lo que había
sucedido. Luego tuvo varias entrevistas en televisión, y siempre
aseguró que el acto había sido más peligroso de lo esperado, pero
que estaba ileso. No reveló nada más. Así que yo también intenté
averiguar más al respecto y saqué mis propias conclusiones.
Cientos
de personas lo vieron entrar al baúl, así que definitivamente
estuvo ahí dentro cuando lo arrojaron al río. Sin embargo, Mystére
domina las artes místicas orientales, así que cuando el cofre tocó
fondo, pudo haber entonado un mantra secreto y entrado en trance. De
esa manera, seria capaz de desmaterializar su cuerpo, o sea, pasarlo
al plano espiritual al cual accede la meditación. Así pudo salir
fácilmente del baúl.
Pero
lo que pasa es que ese ritual es muy arriesado: un cuerpo inmaterial
no puede sostener un alma, y a menos que el espíritu se aferre
fuertemente al cuerpo, los dos pueden separarse y hasta perderse. El
espíritu caería jalado por corrientes cósmicas hacia planos cada
vez más alejados de la existencia.
Poco
antes que fuese demasiado tarde, el alma de Mystére pudo aún
atrapar su cuerda plateada. La cuerda plateada, el sutratma, es el
último enlace entre el cuerpo y el alma. Incluso en vida, es un
misterio lo que mantiene nuestro cuerpo y mente unidos, pero después
de la muerte, o, bueno, de un viaje místico como el del mago, la
cuerda aún está ahí, debilitándose lentamente. El alma de Mystére
pudo aferrarse a ella, pero, a pesar de retener una conexión con el
cuerpo, no pudo volver a él. Siguió alejándose lentamente hacia el
mas allá.
Es
en el tercer día que la mayoría de almas pasan definitivamente al
otro lado. La cuerda plateada colapsa, se retrae sobre el cuerpo y
deja a las almas vacantes. Pero un espíritu fuerte, un verdadero
mago, puede retener la cuerda y viajar con ella, atravezar en
segundos la carrera ardiente entre infinidad de planos y universos
que nos separan de la muerte, volver espiritualmente a nuestro mundo
para colisionar, súbitamente, con su propio cuerpo, y volver a la
vida. Debe haber despertado como se fue: en un baúl, pero no en el
baúl bajo el río, sino en un ataúd bajo la tierra, de donde salió
corriendo para presentarse antes de que su muerte pudiera ser
confirmada.
Hélène
había estado mordiéndose los labios para no interrumpir a su
colega, pero cuando notó que estaba llegando al final de su relato,
estalló en una carcajada que sacudió toda la cafetería. Pierre
nunca la había visto así, su cara estaba roja y apenas podía
respirar, casi temió que se hubiera atorado.
-¡No
puede ser!- jadeó la mujer, - De veras vives en un mundo de
fantasía...
-Oye,
no te burles.
Mientras
Hélène recuperaba su color normal, era Pierre quien ahora se
tornaba de color rojo.
-Está
bien- dijo ella con más tranquilidad, -me alegra que tengas algo con
qué distraerte.
-No
es por distraerme,- se defendió Pierre con seriedad, -te digo que lo
que hace Mystére tiene que ver con preguntas nos afectan a todos.
Nuestra naturaleza, nuestra alma, nuestro destino después de la
muerte. Es importante que alguien nos recuerde que todo eso aún
existe.
-Pierre-
contestó ella, en tono aun más grave, - hay bastantes problemas
reales como para ir pensando en el más allá. Hay gente muriendo ahí
afuera. No solo en medio oriente o en el Sector Z, en nuestra propia
ciudad un asesino anda suelto hace ya tres semanas.
-¿De
veras?- murmuró el oficinista confundido.
-Ay,
Pierre, ¿que no te enteras de nada?- suspiró ella, y empezó a
resumir la situación:
Es
el caso al que los medios han llamado el Garou, como si se tratase de
una criatura sobrenatural y demoníaca. La policía está frustrada,
ha puesto a sus mejores hombres a trabajar pero sigue sin poder
resolver el caso. Ya van doce muertos en cuatro escenas del crimen
con el mismo patrón, aunque los lugares y motivos en los que se
desencadena la violencia no tienen una relación aparente, ni tampoco
hay huellas claras del culpable. Los detalles son sórdidamente
violentos, se trata de descuartizamientos brutales.
Mientras,
los periódicos difunden rumores de que es una especie de
hombre-lobo. La gente los ha exagerado tanto que cree que harían
falta fauces, garras y fuerza sobrehumana para cometer estas
atrocidades. Incluso hablan de un espíritu maligno que se posesiona
de cuerpos de inocentes y los transforma mágicamente en monstruos,
un lobo de tres metros sin pelo, con ojos brillantes, garras enormes
y qué sé yo. Sólo porque no se pueden explicar fácilmente esta
demencia, la gente ya prefiere creer que son hechos sobrenaturales,
un monstruo con sed de sangre insaciable. Pero eso no explica nada.
Tampoco sirve inventar que es un espíritu ultraterreno que se
desmaterializa, como tu mago.
Lo
que necesitamos es una solución, y eso solo se puede encontrar con
la cabeza fría. Sabemos que la demencia y el mal son perfectamente
humanos, no del más allá. El asesino tiene que ser alguna clase de
psicópata, alguien que repite maniáticamente el mismo patrón.
Estamos ante un problema real que amenaza la seguridad de nuestra
ciudad Montdelouis. Un problema real que necesita una explicación
real para resolverse.
No
se resolverá nada mientras sigan creyendo en una maldición del más
allá que cuelga sobre nosotros como un miasma. La gente imagina
cualquier cosa, y ése es precisamente el problema. Si solo ven lo
que quieren ver, jamás lograrán discernir la verdad que está
frente a sus ojos. Se la pasan casando fantasmas en vez de
preocuparse por las muertes de personas reales.
Al
escuchar la narración, Pierre empezó a atar cabos y recordar
fragmentos de los hecho que también había visto por televisión.
Pronto recordó varias cosas más que no cabían en el cuadro.
-Es
que la cosa con el Garou no es tan simple- protestó.
-¿Ah
no? ¿También tienes una teoría al respecto?
-Bueno,-
se arrepintió, dolido,- para qué te lo cuento si te vas a volver a
burlar...
-No
es que me quiera burlar de ti....- quiso justificarse Hélène.
-Al
menos yo reflexiono- siguió reclamando el colega, sin hacerle ya
caso,- intento darle sentido a estos hechos. Tú no tienes
explicacion ni teroía alguna.
-Sí
que la tengo,- insistió ella.
Luego
de unos segundos de incómodo silencio, admitió:
Bueno,
okey, lo del Garou está complicado. Pero al menos ese truco del mago
no es nada imposible. La mayoría de magos usan objetos trucados con
un doble fondo, y no tendrían problemas en modificar un baúl para
que se abra fácilmente. Pero está bien, supongamos que el baúl y
las cadenas de Mystére eran reales. Incluso así, todas las
habilidades que necesita ya existían en nuestra realidad.
Hay
contorsionistas que pueden dislocar sus propios huesos y volver a
acomodarlos. No hace falta ir con los faquires de la India. El año
pasado fui al circo aquí en Montdelouis y vi una chica en un circo
que hacía eso. Todo su cuerpo crujía y luego pasaba como una
serpiente por un orificio del tamaño de su cabeza. Mystére
necesitaría mucho menos para poder deslizar sus articulaciones por
entre las cadenas que le pusieron, con lo que ya estaría libre
dentro del baúl.
Mucho
más común es encontrar un cerrajero, y tampoco faltan ladrones en
esta ciudad que pueden abrir un auto o una casa con solo un alambre.
Si eso es tan fácil de aprender, no creo que el mago haya tenido
problemas en abrir el baúl desde adentro y salir nadando. Claro que
el agua estaba fría, y aunque a mí no me gustaría bañarme ahí,
hay gente que lo hace por deporte. En Escandinavia, sobre todo, la
gente a veces se mete al agua helada después de la sauna, o hacen
concursos de quién puede durar más tiempo en un hueco cortado en el
hielo. Mystére también puede haber entrenado eso, con lo cual
podría haber cumplido su plan de salir nadando del lago.
Yo
creo que el problema fue que después de todas esas vueltas perdió
el sentido de la orientación. ¿Quién podría haberle dicho cómo
se ve el fondo del lago bajo la capa de hielo congelado? Es un lugar
completamente desconocido, incluso para el más prevenido. Bastó un
segundo para que Mystére diera la vuelta equivocada, y echara a
nadar en la dirección equivocada. Así fue que no encontró la
salida del hielo y sufrió una parálisis hipotérmica.
Su
cuerpo inconsciente, y no muerto, tuvo la suerte de salir a flote al
otro lado del lago. Fue ahí que le tomaron la fatídica foto y, como
siempre, sacaron conclusiones apresuradas.
Por
supuesto que los agentes se encargaron de esconder su cuerpo. No lo
llevaron al hospital, porque una estrella como él tiene médicos
personales. Cuando despertó a la mañana siguiente, pudo leer la
noticia de su propia muerte en el periódico. Todos estaban hablando
de él, así que dejó que pensaran lo que quisieran. Antes que
revelar la verdad, prefirió mantener la ilusión.
Así
pasaron tres días, y sus agentes y amigos fueron todo el tiempo
cómplices de su silencio. Incluso accedieron a organizar la
conferencia de prensa. Mystére esperaba que todos estuvieran ahí,
con suficiente espectativa como para incrementar la sorpresa del
momento en el cual actuó su propia resurrección.
-Disculpa
Hélène,- protestó Pierre, tragando su última patata frita,- pero
eso es absurdo. Tu historia es más fantasiosa que la mía.
-¿Cómo
fantasiosa?- se encogió ella de hombros,- Todo tiene explicación
racional.
-¿Racional?-
subrayó él,- Está llena de faquires, vikingos y extrañas
coincidencias. No es la primera vez que Mystére desafía a la muerte
y sale ileso. Eso es más que coincidencia.
-Oye,
no te pongas así- insistió la oficinista,- Mira, no quiero decir
que Mystére sea un charlatán, o sea... Bueno, sí, pero, me refiero
a que, de veras tiene habilidades, solo que no es un mago místico...
-Ya
se nos hizo tarde,- interrumpió su colega,- hay que volver a la
oficina.
Pierre
salió del trabajo como todos los días a las 6 pm. Solo, como todos
los días. Parado en el metro, entre decenas de desconocidos, se
preguntó si eso sería a lo que llaman la friendzone. Aunque claro,
quedó algo incierto si era Pierre el que había sido rechazado, y si
al final fue él mismo quien rechazó a la chica con la que estaba
intentando salir.
En
la estación central, sin embargo, Pierre hizo un cambio que salía
de su rutina, y tomó otro metro hacia el sur. En pocos minutos se
encontró a la entrada del antiguo palacio Chateau Prevert, en el
cual el mago presentaba su espectáculo esta noche. Las almenas que
alguna vez se alzaran hacia el cielo ahora eran empequeñecidas por
el vidrio y concreto de los rascacielos. El portón brillaba bajo las
letras de neón: “Mystére, le maicien manifique!”
A
Pierre no le costó tiempo encontrar a quién regalarle la segunda
entrada, un desconocido delgado de cabello negro, algo ojeroso y
amargado, pero muy agradecido. Pierre se sentó solo y bebió una
gaseosa mientras esperaba que iniciase el espectáculo, y sintió su
estómago burbujear fuertemente cuando anunciaron al performer. El
oficinista ya conocía de presentaciones anteriores muchos de los
trucos que el mago presentaba regularmente. Cuando entraba a un
ataúd, por ejemplo, y se hacía atravesar por varias espadas. Esa
era para Pierre una prueba más de que Mystére podía
desmaterializarse.
Aun
así, también era de esperarse que la presentación incluyese
algunos números nuevos. De pronto, el mago se vio rodeado de
espejos, y no solo era confuso distinguir quién era Mystére y quién
su reflejo, por un momento el reflejo incluso saió del espejo
tomando la mano del performer. Pero el doble ya había desaparecido,
los espejos quedaron al fondo del escenario, y el mago anunció:
-Ustedes
me han visto viajar por el reino de las sombras, pero no sólo yo
puedo hacerlo. ¿Quién de ustedes está dispuesto a acompañarme en
este viaje hacia lo oculto?
Como
de un golpe, Pierre levantó la mano, sin pensar siquiera en que
podría salir seleccionado, pero efectivamente, entre los cientos de
espectadores, el mago Mystére lo señaló a él y solo a él. Pierre
subió corriendo, eufórico y completamente desubicado. Desde sus
años de colegio que no había estado sobre un escenario,
definitivamente nunca sobre uno tan grande. Su héroe tomó su mano y
le señaló al espejo:
-Los
espejos pueden engañar, pero también pueden revelar verdades
ocultas y abrir caminos al más allá. Mire bien el espejo, ¿qué ve
ahí?
-Soy
yo...- murmuró Pierre, -Ese soy yo, pero...
Cuanto
más observaba la imagen, menos clara se volvía, y se preguntó si
es que acaso se parecía realmente a su rostro, pero ni siquiera
podía estar ya seguro de cómo se veía su propio rostro. El ser en
la imagen parecía tener una gran boca, dientes enormes, orejas
puntiagudas, sus ojos... Más que un humano, parecía un lobo. El
horror se apoderó de Pierre cuando se dio cuenta que él mismo, a la
vista de todos, se habia convertido en el Garou.
CONTINUARÁ
próximo capítulo: Secretos de la magia, viernes 3.10.
Genial!
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