Ilustración: Hirokii Yamagi
Esa
noche también había luna llena. Parecía mentira que tanto tiempo
hubiese pasado desde aquella vez en la que Lobo lo había citado aquí
para darle su primer ultimatum. Desde entonces hasta ahora había
sucedido tanto. Las cosas realmente se habían deteriorado. Quizás
si Corsair hubiese tomado más en serio a Lobo en aquel momento, se
habría salvado vidas. Big Data estaría aún vivo. Frontpage
también.
Pero
no. Los superhéroes no negocian con terroristas. Lobo estaba
claramente loco y ceder a sus demandas habría sido una locura en sí
mismo. Corsair no negocia con dementes.
No
había regresado a Tailandia desde ese día en el que discutió con
Lobo. Y la señal que lo había llevado hasta esa isla en esa
ocasión era la misma señal que estaba llamando su atención ahora.
Definitivamente era la manera de Lobo de decirle que quería hablar
con él nuevamente. Y siendo Corsair el tipo de superhéroe que es,
iría solo. Eso lo sabían los dos. Quizás Lobo más que él
mismo.
Corsair
aterrizó en el claro del bosque en el que se abían encontrado la
vez pasada. Aun quedaa la marca del lugar mismo en el que había
caído el rayo del cielo hacía un año. El rayo con el que Lobo
había pretendido amedrentar a Corsair.
“Yo
les advertí”, escuchó Corsair de prono la voz de Lobo. “Les
dije que hablaba en serio. Pero ustedes han decidido no creerme”
Corsair
buscó con la mirada a Lobo. No estaba presente. No lo veía en
ninguna parte. Se estaba comunicando a través de una especie de
señal que emitía a una frecuencia que solamente él podía oir.
Esto no parecía ser nada bueno.
“Estamos
preocupados por ti, Anibal”, respondió Corsair. “Necesitas
ayuda”
“Yo
no soy el que necesita ayuda”, escuchó la voz de Lobo. “Yo tengo
las cosas más claro que nunca”
“¿Por
eso mataste a Big Data? ¿A Front Page? Anibal, estamos preocupados
por ti”
Silencio.
Lobo no responde. Corsair no está seguro de cómo tomar eso. De
pronto, frente a él se proyecta una imagen. Es el titular de un
periódico. Corsair no se molesta en leerlo. Considera que es una
distracción. Que Lobo pronto atacará por otro lado.
“¿No
vas a ver la foto que acompaña a este artículo?”, la imagen
cambio y mostró un acercamiento de la foto. En ella se veía una
señora llorando. “Es la madre de una de las víctimas de Big Data.
¿Sabías que mientras trabajaba con ustedes, colaboraba con redes
criminales? ¿Les ayudaba con información? Una de estas
organizaciones no tuvo ningún reparo en matar a todos los civiles
que en un lunes en la tarde estaba en una agencia de un banco para
poderlo robar”
“Ahora
sabemos que Big Data era un traidor. Pero no por eso lo íbamos a
asesinar”, dijo Corsair sin bajar sus defensas.
La
imagen cambió nuevamente. Mostró varias fotos al mismo tiempo.
“Aquí
más familiares de más víctimas, Bill”
En el
momento en el que Corsair desvió su atención a la imagen, sintió
el golpe. Había estado en lo correcto desde el comienzo. Todo
había sido un truco para distraerlo.
No fue
un golpe que vino de un lugar, sino que vino de todos lados al mismo
tiempo. Lo empujó hacia dentro de sí mismo con una fuerza que no
fue muy grande, pero lo suficiente como para preocuparlo. Al cabo de
una fracción de segundo, se dio cuenta de lo que había pasado.
Lobo
de alguna manera había generado un campo de fuerza. Una esfera que
lo rodeaba y lo aprisionaba. Había cogido parte de la tierra en la
que estaba parado. La esfera se elevó, con Corsair dentro. Levitó
a un metro por encima del suelo. Entonces la imagen que habían sido
las fotos de las víctimas pasó a ser Lobo de cuerpo entero y de
tamaño natural.
“Lo
siento mucho, Corsair, pero esto tiene que hacerse”, dijo.
“¿Qué
planeas hacer, Anibal?”, preguntó Corsair preocupado. Golpeó con
toda su fuerza la esfera desde su interior, pero no obtuvo ningún
resultado. Estaba hecha de una energía que no había visto nunca
antes. No se tardó mucho en darse cuenta de lo que se trataba.
“Para esto necesitabas los prototipos de Zap. Su proyecto para
proteger a la Tierra de ataques del espacio. Para usarlo contra mí”
“Así
es, Bill. Y que no digan que no te di elección. Pero tú decidiste
tratarme como a un loco. Referirte a mí como un demente. Y como
eres el líder de la comunidad de superhéroes en este planeta, todos
los demás me tratan como a un demente. Nadie me toma en serio”
“¿Y
qué planeas hacer, Anibal?”, insistió Corsair. “¿Deshacerte de
mí?”
Nuevamente
silencio. Corsair sonrió, pero al cabo de unos segundos se puso
serio nuevamente.
“¿Es
en serio? ¿Pretendes deshacerte de mí?”
“Lo
siento, Bill”, Lobo habló de nuevo. “Todos te siguen a ti. Si
tú no me tomas en serio, nadie me tomará en serio. Insel X tiene
razón. Todos se burlan de mí y me consideran un chiste, porque tú
no me estás haciendo caso. Esto no me deja con otra opción para
avanzar en mi agenda, que tener que sacarte de la ecuación. Lo
siento, Bill. Tú me has forzado a hacerte esto”
“Anibal,
no hagas algo de lo que te arrepentirás luego”
Lobo
suspiró. Estaba vestido de negro como siempre, con su sombrero de
ala ancha y su sobretodo negro. La única prenda de vestir que
llevaba de otro color era su bufanda roja.
“Mucho
esfuerzo se ha aplicado a lo que está sucediendo esta noche, Bill”,
respondió. “Para poder desarrollar la tecnología que te tiene
controlado en este momento se ha invertido un año de mi vida. Pero
ha sido por una buena causa. Ahora por fin tenemos los medios para
ponerte a raya, Bill. Si no quieres colaborar con nosotros, podemos
deshacernos de ti”
“Pero
hay un problema co tu plan, Anibal”, dijo Corsair desde el interior
de la burbuja. “Para mantener este campo de fuerza fucionando
necesitas mucha energía. Y una corriente de energía así de grande
es fácil de rastrear”
Lobo
no respondió de inmediato. Pensó sus opciones y finalmente habla.
“Tú
trabajas solo”, dijo el anciano. “Eres el tipo de líder que hace
las cosas solas y espera ser un ejemplo para todos. Tú no trabajas
en equipo. Y estás aquí conmigo en este momento. Ni siquiera
sabrías cómo seguir el rastro. Cómo ubicarme”
“Es
cierto. Usualmente no trabajo en equipo. Pero en este año que
acaba de pasar he aprendido que hay amenazas que no puedo enfrentar
solo. Que no podemos enfrentar solos ninguno de nosotros. Y tú te
has convertido en la amenaza que todos tememos, Anibal. Por más
demente que creamos que estás. Hemos entendido, después de que
mataras a Big Data y que asaltaras la guarida de Insel X y que
robaras el laboratorio de Zap, que ninguno de nosotros está a salvo.
Y que si queremos sentirnos seguros otra vez, necesitamos acabar
contigo. Y eso implica trabajar juntos”
“Yo
tampoco estoy solos”, dijo simplemente Lobo.
“Sí,
lo sabemos. Nos quedó claro después de que atacaras a Insel X.
Estás trabajando con grupos de personas alrededor del mundo. Redes
criminales que quieren deshacerse de los superhéroes. Agencias de
inteligencia que consideran que somos una amenaza. Superhéroes que
han desertado. Personas que han perdido seres queridos en alguna de
nuestras intervenciones. Debes tener cientos de ayudantes. Pero aún
así. Eres vulnerable, Anibal. Y en cuanto te saquemos a ti de la
ecuación, todo volverá a la normalidad”
“Oh,
te equivocas, Bill”, Lobo sonrió. “Si yo muero en este mismo
momento, hay alguien que me reemplazará. Tenemos una organización
sólida establecida. No dependemos de una sola persona. Esto no
acaba conmigo”
“Lo
dudo mucho, Anibal”, Corsair cruzó las piernas en el aire y quedó
levitando en el medio mismod e la burbuja de energía. “Y ahora,
dime, ¿qué planeas hacer conmigo? Lo que sea que sea, va a reportar
un aumento del consumo de energía de golpe que será muy fácil de
identificar”
“Estás
intentando confundirme”, Lobo sonrió y cruzó los brazos. “Estás
tratando de evitar que pasemos a la siguiente etapa del plan. Lo
siento, Bill. No lo vas a lograr”
“Entonces,
una vez que no esté, recuerda mis palabras”, Corsair se molestó y
amenazó a Lobo con un puño. “No importa que no esté. Me estás
convirtiendo en martir. La comunidad de superhéroes no va a
descansar hasta que te derrote. Hasta que vengue la muerte de su
líder. De aquel que los guió por tanto tiempo. Anibal, serás
perseguido por siempre. Y tú y todos tus colaboradores irán
cayendo uno por uno hasta que no quede nada de tu estúpida
conspiración”
Lobo
bajó los brazos y se puso serio una vez más.
“¿Quién
ha dicho algo de tu muerte? Tienes razón, Bill. Matarte te
convertiría en martir. Pero, ¿sabes cómo convertirte en algo que
funcione a mi favor? Exciliándote del planeta Tierra. No te vamos a
matar. Te vamos a sacar del planeta y te mandaremos muy, muy lejos.
Así todos aquí estarán regresando a que regreses. Y no harán
nada al respecto. Porque así es esta gente. ¿Quién asumirá el
liderazgo mientras tanto? ¿Insel X? Ese muchacho no tiene carisma.
Nadie lo seguiría. ¿Alba? Ella es una guerrera. Sabe dirigir
tropas en una guerra, pero no una organización en tiempos de paz.
Lo siento, Bill. Te sacaré de la ecuación sin matarte. Y con eso,
te convierto en un símbolo de falsa esperanza que jugará a mi
favor”
Corsair
lo miró un instante y luego entendió. El plan de Lobo tenía
sentido.
Y
entonces varias cosas sucedieron al mismo tiempo. Todas muy de
prisa.
Primero,
Corsair sintió de golpe la aceleración de la burbuja de energía
que lo mantenía prisionero. Vio desde dentro de ésta cómo el
paisaje tailandés en el que se encontraba era cambiado por el
celeste del cielo y después por el negro del espacio. En cuestión
de segundos estaba viajando a una velocidad que nunca había
alcanzado antes en su vida por el cosmos. De pronto se percató que
la burbuja misma ya no estaba. Que se seguía moviendo por la
aceleración con la que había sido lanzado fuera del planeta.
Invocó sus poderes de vuelo para frenar. Lo logró hacer después
de mucho esfuerzo. Entonces miró en todas direcciones tratando de
identificar estrellas o constelaciones. No pudo. Estaba demasiado
lejos de la Tierra. Lo único que podía definir era la dirección
general de la que venía por la aceleración que había sentido. Así
que sin esperar más, comenzó a volar hacia allá. No tenía idea
de cuánto se demoraría en regresar.
Segundo,
la estación desde la que Lobo había estado hablando y monitoreando
todo sintió el golpe del incremento de la demanda de energía y
luego explotaron algunos de los controles. Algunas de las pantallas
se apagaron. Algunos de los fotos dejaron de funcionar. Y sin más
ni más, la estación dejó de operar.
“Señor”,
intervino el científico Myrko Nichols, que había estado ahí
observando cómo la tecnología que en parte él había desarrollado
era aplicada. “Todos los instrumentos están muertos. El
incremento en la potencia de energía ha freído varios de los
servidores. Nada funciona”
Lobo
no respondió. Se volteó hacia Ojo Público.
“Es
un peligro quedarse aquí más del tiempo necesario, señor”, le
dijo su encargado de seguridad. “Salgamos de aquí y destruyamos
este lugar”
Lobo
asintió. Se bajó de la plataforma desde la cual había estado
transmitiendo. Ya habría oportunidad para leer las mediciones
recogidas por el satélite que tenía en posición. Luego podrán
averiguar cuán lejos había ido a parar Corsair y podrán calcular
cuánto le tomará regresar.
Tercero,
Insel X y Alba habían estado monitoreando todo lo sucedido desde un
taxi espacial que orbitaba la Tierra. Se trataba de un pequeño
transporte que Insel X había habilitado con la ayuda de último
minuto de varios otros miembros de la comunidad de superhéroes. En
este pequeño transporte habían instalado distintos tipos de
sensores y radares y medidores. Cuando Lobo había emitido la señal
para llamar a Corsair, supieron que había llegado el momento. Con
la ayuda de la misma Alba y de Oxygen, habían puesto al taxi
espacial en órbita en cuestión de minutos y se habían instalado
para poder encontrar la ubicación de la base de Lobo. Corsair lo
mantendría ocupado, mientras Insel X hacía uso de todos los
instrumentos que tenía a la mano para intentar identificar el lugar
al cual mandar a Alba a que se encargue de él. No podían seguir
viviendo así. Lobo tenía que ser eliminado. Cuando Lobo mandó la
burbuja de energía con Corsair dentro fuera del planeta, hubo
efectivamente un pico en el consumo de energía en una base militar
abandonada en la Antártida, que se transfirió a través de un
satélite que se fundió a los pocos segundos.
“Ahí”,
le indicó Insel X a Alba. La superheroína frunció el ceña, se
aseguró de entender bien a dónde iba y salió por la puerta del
transporte. Se dejó caer a la atmósfera de la Tierra y cuando ya
sentía aire en su cara, se aceleró usando sus poderes. Ingresó a
la base destruyendo parte de su techo.
Pero
todo fue en vano. La base estaba desierta. No había habido nadie
aquí por semanas. Por supuesto que sí encontró el artefacto que
había sido usado para emitir la señal. Ésta a su vez había
estado conectada a una base en alguna otra parte del planeta.
Alba
revisó la base lentamente. Los tacos de sus botas eran lo único
que se escuchaba mientras ella caminaba de un lado para otro. No
encontró ninguna evidencia. No había forma de saber en dónde
estaba escondido Lobo.
“Alba”,
escuchó la voz de Insel X en el intercomunicador que llevaba
instalado en su oreja. “Será mejor que regreses a la base.
Tenemos un problema”
Ella
no respondió. Simplemente caminó con paciencia hasta el ambiente
que tenía el hueco en el techo. Se elevó delicadamente y salió
volando de ahí. Mientras recorría los cielos de la Antártida
rumbo al norte, escuchó la voz de Insel X nuevamente.
“Lobo
lo grabó todo en video. Ha subido a internet una versión editada”,
dijo preocupado. “El mundo sabe que ya no tiene a Corsair entre
nosotros. Tenemos que prepararnos para dar un mensaje al público”
“Llama
a Rocket Rover. Él debe ser el que hable”, dijo finalmente Alba
con su voz dura, pero melodiosa.
“¿Segura?”,
Insel X no estaba de acuerdo. “La gente espera que seas tú la que
hables. Después de Corsair eres nuestro elemento más poderoso.
Ahora que él no está... Tú eres la que debería decirle a la gente
que no tiene nada que temer”
“¿Pero
es eso cierto? ¿Acaso no tienen nada que temer? ¿Con ese demente
por ahí suelto?”, preguntó Alba y aceleró mientras sobrevolaba
el congelado continente. Insel X no respondió.
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