viernes, 5 de septiembre de 2014

El magnífico mago Mystére 1: El truco mortal



Autor: Glauonar Yue
Ilustración de Edward Torres Vega


-El lago sigue congelado- murmuró Pierre, mirando por la ventana del décimo piso.
El espejo de hielo apenas se distinguía entre los puentes antiguos y los modernos botes que lo cubrían, las carreteras y autos de último modelo que lo rodeaban, y los vestigios de torres puntiagudas absorbidas por los rascacielos de la caótica ciudad de Montdelouis.
-Es verdad- asintió Hélène, alzando la mirada de su plato de ensalada, -es un invierno fuerte.
La cafetería, en la que los dos colegas almorzaban todos los días a la una, no hacía mucho por contrastar con el frío del exterior: las mesas de plástico y las paredes eran blancas y la mayoría de gente no se hablaba a pesar de verse a diario. En cambio, hojeaban historias de asesinatos sin resolver en el periódico o miraban anuncios comerciales en uno de los muchos televisores que colgaban del techo.
-Hélène,- preguntó Pierre, -¿tienes algún plan para esta noche?
No eran una pareja. Llevaban ya varios meses en la oficina y conversaban más que la mayoría de gente en los vienticinco pisos del edificio, pero esta era una de las pocas veces que habían estado solos los dos. La mayoría de veces eran Jean-Luc o Bastien los que conincidían con el turno de Pierre.
-Esta noche...- reflexionó Hélène, -Pues no lo he pensado. ¿Por qué?
-Hoy habrá una presentación del mago Mystére- sonrió Pierre, -tengo dos boletos.
Ella torció la boca.
-Ay, Pierre. ¿Tú crees en esas cosas?
Él no se desanimó sino que se dejó llevar por su convicción:
-¿Sabías que el mes pasado se lanzó al lago en un baúl con cadenas?
-¡Qué cosa!- rió Hélène, -Ese tipo está loco. Con el frío que hace, incluso bañarse así no más sería suicidio.
-Es verdad,- concordó él, -una persona normal hubiera muerto, pero el mago Mystére... Bueno, él sobrevivió o... Bueno, al final sí.
-¿Cómo es eso?- cuestionó ella -¿Sobrevivió o no?
-Bueno,- suspiró Pierre, y decidió contar la historia completa:

Jules Mystére quería repetir un truco que Harry Houdini realizó hace más de cien años. En 1912 Houdini, el gran escapista, fue arrojado desde un bote al East River de Nueva York en verano. Houdini salió nadando en pocos minutos, pero el caso de Mystére fue mucho más extremo.
Para empezar, como tú ya dijiste, lo hizo a mitad del invierno. Por lo mismo, no hizo falta un barco: el hielo es lo bastante grueso para pararse encima. No lo suiciente para cargar a todo el público que vino a verlo, sin embargo. La gente se reunió sobre el puente Liege y a la orilla sur, y los asistentes del mago cortaron un orificio circular en el hielo a mitad del lago. Luego encadenaron a Mystére de manos y pies, lo metieron al baúl y lo cerraron con tres candados. Y lo arrojaron al agua.
La gente había hecho apuestas por cuánto demoraría en salir, si le tomaría menos de una hora o incuso rompería la marca de Houdini. Pero no volvió ni en un minuto, ni en una hora. Mucha gente se sintió frustrada, y al anochecer ya solo quedaban pocos seguidores. Los asistentes ya estaban pescando con ganchos a través del hueco en el hielo, y a las 6:30 pm lograron recuperar el baúl. Los tres candados seguían cerrados. Lo abrieron, pero estaba vacío.
Así pasó casi el resto de la noche sin que hubiera noticias suyas, hasta que surgieron gritos del otro extremo del lago. Resulta que por aquel costado el hielo no estaba tan grueso e incluso se quebraba en algunas partes, dejando objetos flotar a la superficie. Uno de esos objetos no era nada menos que el cadáver inerte del mago Mystére. En cuanto se supo, la gente se volvió a arremolinar en torno al lugar, muchos lo vieron, e incluso hubo periodistas temerarios que se treparon al hielo quebradizo para tomar de cerca una foto a la cara del muerto.
Los agentes del mago se encargaron de su cadáver y se negaron a declarar durante tres días, en los que ya todos habían confirmado la muerte del famoso ilusionista. Finalmente, la presión del público fue demasiado grande, y sus agentes, asistentes y amigos cercanos accedieron a dar una rueda de prensa, para tomar posición ante el siniestro. Iban todos de negro cuando se sentaron a la mesa frente al auditorio lleno. Y esban a punto de confirmar la muerte de mago cuando de un golpe de aire se abrieron las cortinas detrás de ellos y Mystére apareció, con un gesto místico de haber vencido a la muerte.
Ni siquiera sus propios agentes podían explicarse lo que había sucedido. Luego tuvo varias entrevistas en televisión, y siempre aseguró que el acto había sido más peligroso de lo esperado, pero que estaba ileso. No reveló nada más. Así que yo también intenté averiguar más al respecto y saqué mis propias conclusiones.
Cientos de personas lo vieron entrar al baúl, así que definitivamente estuvo ahí dentro cuando lo arrojaron al río. Sin embargo, Mystére domina las artes místicas orientales, así que cuando el cofre tocó fondo, pudo haber entonado un mantra secreto y entrado en trance. De esa manera, seria capaz de desmaterializar su cuerpo, o sea, pasarlo al plano espiritual al cual accede la meditación. Así pudo salir fácilmente del baúl.
Pero lo que pasa es que ese ritual es muy arriesado: un cuerpo inmaterial no puede sostener un alma, y a menos que el espíritu se aferre fuertemente al cuerpo, los dos pueden separarse y hasta perderse. El espíritu caería jalado por corrientes cósmicas hacia planos cada vez más alejados de la existencia.
Poco antes que fuese demasiado tarde, el alma de Mystére pudo aún atrapar su cuerda plateada. La cuerda plateada, el sutratma, es el último enlace entre el cuerpo y el alma. Incluso en vida, es un misterio lo que mantiene nuestro cuerpo y mente unidos, pero después de la muerte, o, bueno, de un viaje místico como el del mago, la cuerda aún está ahí, debilitándose lentamente. El alma de Mystére pudo aferrarse a ella, pero, a pesar de retener una conexión con el cuerpo, no pudo volver a él. Siguió alejándose lentamente hacia el mas allá.
Es en el tercer día que la mayoría de almas pasan definitivamente al otro lado. La cuerda plateada colapsa, se retrae sobre el cuerpo y deja a las almas vacantes. Pero un espíritu fuerte, un verdadero mago, puede retener la cuerda y viajar con ella, atravezar en segundos la carrera ardiente entre infinidad de planos y universos que nos separan de la muerte, volver espiritualmente a nuestro mundo para colisionar, súbitamente, con su propio cuerpo, y volver a la vida. Debe haber despertado como se fue: en un baúl, pero no en el baúl bajo el río, sino en un ataúd bajo la tierra, de donde salió corriendo para presentarse antes de que su muerte pudiera ser confirmada.

Hélène había estado mordiéndose los labios para no interrumpir a su colega, pero cuando notó que estaba llegando al final de su relato, estalló en una carcajada que sacudió toda la cafetería. Pierre nunca la había visto así, su cara estaba roja y apenas podía respirar, casi temió que se hubiera atorado.
-¡No puede ser!- jadeó la mujer, - De veras vives en un mundo de fantasía...
-Oye, no te burles.
Mientras Hélène recuperaba su color normal, era Pierre quien ahora se tornaba de color rojo.
-Está bien- dijo ella con más tranquilidad, -me alegra que tengas algo con qué distraerte.
-No es por distraerme,- se defendió Pierre con seriedad, -te digo que lo que hace Mystére tiene que ver con preguntas nos afectan a todos. Nuestra naturaleza, nuestra alma, nuestro destino después de la muerte. Es importante que alguien nos recuerde que todo eso aún existe.
-Pierre- contestó ella, en tono aun más grave, - hay bastantes problemas reales como para ir pensando en el más allá. Hay gente muriendo ahí afuera. No solo en medio oriente o en el Sector Z, en nuestra propia ciudad un asesino anda suelto hace ya tres semanas.
-¿De veras?- murmuró el oficinista confundido.
-Ay, Pierre, ¿que no te enteras de nada?- suspiró ella, y empezó a resumir la situación:

Es el caso al que los medios han llamado el Garou, como si se tratase de una criatura sobrenatural y demoníaca. La policía está frustrada, ha puesto a sus mejores hombres a trabajar pero sigue sin poder resolver el caso. Ya van doce muertos en cuatro escenas del crimen con el mismo patrón, aunque los lugares y motivos en los que se desencadena la violencia no tienen una relación aparente, ni tampoco hay huellas claras del culpable. Los detalles son sórdidamente violentos, se trata de descuartizamientos brutales.
Mientras, los periódicos difunden rumores de que es una especie de hombre-lobo. La gente los ha exagerado tanto que cree que harían falta fauces, garras y fuerza sobrehumana para cometer estas atrocidades. Incluso hablan de un espíritu maligno que se posesiona de cuerpos de inocentes y los transforma mágicamente en monstruos, un lobo de tres metros sin pelo, con ojos brillantes, garras enormes y qué sé yo. Sólo porque no se pueden explicar fácilmente esta demencia, la gente ya prefiere creer que son hechos sobrenaturales, un monstruo con sed de sangre insaciable. Pero eso no explica nada. Tampoco sirve inventar que es un espíritu ultraterreno que se desmaterializa, como tu mago.
Lo que necesitamos es una solución, y eso solo se puede encontrar con la cabeza fría. Sabemos que la demencia y el mal son perfectamente humanos, no del más allá. El asesino tiene que ser alguna clase de psicópata, alguien que repite maniáticamente el mismo patrón. Estamos ante un problema real que amenaza la seguridad de nuestra ciudad Montdelouis. Un problema real que necesita una explicación real para resolverse.
No se resolverá nada mientras sigan creyendo en una maldición del más allá que cuelga sobre nosotros como un miasma. La gente imagina cualquier cosa, y ése es precisamente el problema. Si solo ven lo que quieren ver, jamás lograrán discernir la verdad que está frente a sus ojos. Se la pasan casando fantasmas en vez de preocuparse por las muertes de personas reales.

Al escuchar la narración, Pierre empezó a atar cabos y recordar fragmentos de los hecho que también había visto por televisión. Pronto recordó varias cosas más que no cabían en el cuadro.
-Es que la cosa con el Garou no es tan simple- protestó.
-¿Ah no? ¿También tienes una teoría al respecto?
-Bueno,- se arrepintió, dolido,- para qué te lo cuento si te vas a volver a burlar...
-No es que me quiera burlar de ti....- quiso justificarse Hélène.
-Al menos yo reflexiono- siguió reclamando el colega, sin hacerle ya caso,- intento darle sentido a estos hechos. Tú no tienes explicacion ni teroía alguna.
-Sí que la tengo,- insistió ella.
Luego de unos segundos de incómodo silencio, admitió:

Bueno, okey, lo del Garou está complicado. Pero al menos ese truco del mago no es nada imposible. La mayoría de magos usan objetos trucados con un doble fondo, y no tendrían problemas en modificar un baúl para que se abra fácilmente. Pero está bien, supongamos que el baúl y las cadenas de Mystére eran reales. Incluso así, todas las habilidades que necesita ya existían en nuestra realidad.
Hay contorsionistas que pueden dislocar sus propios huesos y volver a acomodarlos. No hace falta ir con los faquires de la India. El año pasado fui al circo aquí en Montdelouis y vi una chica en un circo que hacía eso. Todo su cuerpo crujía y luego pasaba como una serpiente por un orificio del tamaño de su cabeza. Mystére necesitaría mucho menos para poder deslizar sus articulaciones por entre las cadenas que le pusieron, con lo que ya estaría libre dentro del baúl.
Mucho más común es encontrar un cerrajero, y tampoco faltan ladrones en esta ciudad que pueden abrir un auto o una casa con solo un alambre. Si eso es tan fácil de aprender, no creo que el mago haya tenido problemas en abrir el baúl desde adentro y salir nadando. Claro que el agua estaba fría, y aunque a mí no me gustaría bañarme ahí, hay gente que lo hace por deporte. En Escandinavia, sobre todo, la gente a veces se mete al agua helada después de la sauna, o hacen concursos de quién puede durar más tiempo en un hueco cortado en el hielo. Mystére también puede haber entrenado eso, con lo cual podría haber cumplido su plan de salir nadando del lago.
Yo creo que el problema fue que después de todas esas vueltas perdió el sentido de la orientación. ¿Quién podría haberle dicho cómo se ve el fondo del lago bajo la capa de hielo congelado? Es un lugar completamente desconocido, incluso para el más prevenido. Bastó un segundo para que Mystére diera la vuelta equivocada, y echara a nadar en la dirección equivocada. Así fue que no encontró la salida del hielo y sufrió una parálisis hipotérmica.
Su cuerpo inconsciente, y no muerto, tuvo la suerte de salir a flote al otro lado del lago. Fue ahí que le tomaron la fatídica foto y, como siempre, sacaron conclusiones apresuradas.
Por supuesto que los agentes se encargaron de esconder su cuerpo. No lo llevaron al hospital, porque una estrella como él tiene médicos personales. Cuando despertó a la mañana siguiente, pudo leer la noticia de su propia muerte en el periódico. Todos estaban hablando de él, así que dejó que pensaran lo que quisieran. Antes que revelar la verdad, prefirió mantener la ilusión.
Así pasaron tres días, y sus agentes y amigos fueron todo el tiempo cómplices de su silencio. Incluso accedieron a organizar la conferencia de prensa. Mystére esperaba que todos estuvieran ahí, con suficiente espectativa como para incrementar la sorpresa del momento en el cual actuó su propia resurrección.

-Disculpa Hélène,- protestó Pierre, tragando su última patata frita,- pero eso es absurdo. Tu historia es más fantasiosa que la mía.
-¿Cómo fantasiosa?- se encogió ella de hombros,- Todo tiene explicación racional.
-¿Racional?- subrayó él,- Está llena de faquires, vikingos y extrañas coincidencias. No es la primera vez que Mystére desafía a la muerte y sale ileso. Eso es más que coincidencia.
-Oye, no te pongas así- insistió la oficinista,- Mira, no quiero decir que Mystére sea un charlatán, o sea... Bueno, sí, pero, me refiero a que, de veras tiene habilidades, solo que no es un mago místico...
-Ya se nos hizo tarde,- interrumpió su colega,- hay que volver a la oficina.

Pierre salió del trabajo como todos los días a las 6 pm. Solo, como todos los días. Parado en el metro, entre decenas de desconocidos, se preguntó si eso sería a lo que llaman la friendzone. Aunque claro, quedó algo incierto si era Pierre el que había sido rechazado, y si al final fue él mismo quien rechazó a la chica con la que estaba intentando salir.
En la estación central, sin embargo, Pierre hizo un cambio que salía de su rutina, y tomó otro metro hacia el sur. En pocos minutos se encontró a la entrada del antiguo palacio Chateau Prevert, en el cual el mago presentaba su espectáculo esta noche. Las almenas que alguna vez se alzaran hacia el cielo ahora eran empequeñecidas por el vidrio y concreto de los rascacielos. El portón brillaba bajo las letras de neón: “Mystére, le maicien manifique!”
A Pierre no le costó tiempo encontrar a quién regalarle la segunda entrada, un desconocido delgado de cabello negro, algo ojeroso y amargado, pero muy agradecido. Pierre se sentó solo y bebió una gaseosa mientras esperaba que iniciase el espectáculo, y sintió su estómago burbujear fuertemente cuando anunciaron al performer. El oficinista ya conocía de presentaciones anteriores muchos de los trucos que el mago presentaba regularmente. Cuando entraba a un ataúd, por ejemplo, y se hacía atravesar por varias espadas. Esa era para Pierre una prueba más de que Mystére podía desmaterializarse.
Aun así, también era de esperarse que la presentación incluyese algunos números nuevos. De pronto, el mago se vio rodeado de espejos, y no solo era confuso distinguir quién era Mystére y quién su reflejo, por un momento el reflejo incluso saió del espejo tomando la mano del performer. Pero el doble ya había desaparecido, los espejos quedaron al fondo del escenario, y el mago anunció:
-Ustedes me han visto viajar por el reino de las sombras, pero no sólo yo puedo hacerlo. ¿Quién de ustedes está dispuesto a acompañarme en este viaje hacia lo oculto?
Como de un golpe, Pierre levantó la mano, sin pensar siquiera en que podría salir seleccionado, pero efectivamente, entre los cientos de espectadores, el mago Mystére lo señaló a él y solo a él. Pierre subió corriendo, eufórico y completamente desubicado. Desde sus años de colegio que no había estado sobre un escenario, definitivamente nunca sobre uno tan grande. Su héroe tomó su mano y le señaló al espejo:
-Los espejos pueden engañar, pero también pueden revelar verdades ocultas y abrir caminos al más allá. Mire bien el espejo, ¿qué ve ahí?
-Soy yo...- murmuró Pierre, -Ese soy yo, pero...
Cuanto más observaba la imagen, menos clara se volvía, y se preguntó si es que acaso se parecía realmente a su rostro, pero ni siquiera podía estar ya seguro de cómo se veía su propio rostro. El ser en la imagen parecía tener una gran boca, dientes enormes, orejas puntiagudas, sus ojos... Más que un humano, parecía un lobo. El horror se apoderó de Pierre cuando se dio cuenta que él mismo, a la vista de todos, se habia convertido en el Garou.

CONTINUARÁ
próximo capítulo: Secretos de la magia, viernes 3.10.


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