Autor: Hans Rothgiesser
La decisión de instalar el taller en Seúl no fue muy difícil de sustentar. Zap necesitaba estar cerca a ciertos desarrolladores de tecnología. Y aquí en el distrito de Seocho en Seúl estaban presentes todos los grandes jugadores de la industria de la tecnología de las comunicaciones. Era exactamente lo que requería para poder cumplir con la misión que se le había encomendado.
O mejor dicho, la misión que él mismo había definido y había convencido a los demás superhéroes relevantes de que tenía que resolver para poder tener por fin ese sistema de defensa que los protegería de amenazas de fuera de este mundo. Amenazas que en el pasado ya se habían manifestado y que habían representado grandes pérdidas. Con un sistema de defensa como el que él proponía, nunca más tendrían que preocuparse de posibles invasiones de civilizaciones de otras galaxias.
Zap era joven, idealista y muy inteligente. No obstante, tenía lo que otros superhéroes habían convenido en llamar una inteligencia selectiva. Era extremadamente hábil y capaz para el desarrollo de proyectos tecnológicos, pero terrible para asuntos más cotidianos. Por eso fue que se aprobó brindarle los recursos que necesitaría para su proyecto, pero con la condición de que trabaje con otros dos miembros de la comunidad de superhéroes.
Esos otros dos eran la Baronesa Roja y Ojo Público, ambos ligeramente mayores en edad que Zap, pero con orientaciones completamente distintas. Este equipo de tres superhéroes lo había coordinado Insel X hacía un par de años. Y que el mismo Insel X hubiera solicitado un reporte completo de los avances del Proyecto Mano Negra no era para nada sospechoso. Después de todo, una iniciativa como ésta se financiaba con aportes de distitnas fuentes. Era de esperar que esos patrocinadores desearan saber constantemente cómo iban las cosas.