miércoles, 31 de diciembre de 2014

The Zone 3: La historia de Big Benny

Autor: Alonzo Yzasiga
Ilustración de Dashield Warren Klay


A pesar de encontrarse en la azotea sobresaliente de un décimo piso, la piscina era espaciosa y acogedora; sus aguas refrescantes además, eran una invitación placentera ante el sofocante calor. En ella nadaba la prometida de Michael Valviery, Rosseanne Margolis, con destacable soltura, no por nada había ocupado los primeros lugares en el equipo de natación de su universidad, incluso fue tentada a realizar una evaluación preliminar para integrar el equipo olímpico, algo que rechazó por pedido expreso de su familia que nunca fue proclive a la “exposición mediática” de alguno de sus miembros.

Del grupo presente, era Rosseane la única que disfrutaba con la alberca; los demás preferían tomar baños del sol. Claudia Valviery se echaba crema bloqueadora cada cinco minutos sobre su pálida piel a pesar de encontrarse recostada en una silla plegable bajo la protección de una amplia sombrilla, su asistente, Brenda Burbank, en cambio, se paseaba de un lado a otro con el cuerpo untado de loción bronceadora, prestando atención a su agenda electrónica donde no dejaba de teclear, imperturbable, a pesar de llevar gafas oscuras que Rosseane imaginó le dificultaban la lectura. En definitiva, si bien su futura cuñada le resultaba antipática, tenía que soportarla por los lazos familiares de su expectante matrimonio, no así con aquella secretaria que se paseaba oronda con aquel minúsculo bikini luciendo una figura infartarte que robaba no solo las miradas del enigmático Thomas Raven sino incluso del propio Michael quien la observaba de cuando en cuando mientras platicaba con su amigo.

- No deberían desdeñar la propuesta que les hizo esa policía; es decir, si es cierto que Ray Fire asesinó a su padre, quizás pronto intente algo contra ustedes- advirtió Raven después de apresurar una copa de vino.

- No sé que traía entre manos ese fenómeno para traicionar al viejo, pero en lo que respecta a nosotros el asunto está por concluido. Quizás hasta termine sus días en prisión Tom, sin necesidad de vernos envuelto.

- Eres muy optimista Michael, tu padre era un lobo en los negocios y por lo mismo la gente podría llegar a pensar que no hubiera tenido escrúpulos en desalojar a esos pobretones de los suburbios. Puede incluso que Fire termine siendo el héroe en esta historia.
- ¿Los interrumpo caballeros?- intervino Rosseane sonriente, extendiendo el brazo para que su novio le alcanzara una toalla.

- No, claro que no, creo que es tiempo de que yo también me dé una zambullida. Si me disculpan – profirió Raven mientras cedía su asiento a Rosseane.

Michael trató de alcanzarle una copa de vino pero ella rehusó, después de secarse solo deseaba descansar, se recostó en la silla y él le fue echando loción bloqueadora en los brazos ganándose una sonrisa de su parte. Resumía aquella mañana de esa manera: amaba a su novio, sentía antipatía por su cuñada, detestaba a la secretaria y le provocaba curiosidad el misterioso Raven, ese sujeto de ascendencia británica, que semejaba ser la versión joven de Hugh Grant, aunque, remordiéndose en sus adentros, con un cuerpo mejor trabajado que el del afamado actor. Thomas y Michael llevaban apenas dos años de amistad antes de que ella regresara a la ciudad y se comprometiera con este último, pero ya para entonces se habían convertido en amigos inseparables y en su momento en compañeros de juerga, aun así frente a ella, Raven se mostraba serio, neutral, sofisticado, lo que ocasionaba que Rosseane se preguntara con mayor ahínco que escondía en realidad él tras aquella careta.

La fachada del estudio Nebula N estaba adornada con grandes afiches de seis metros de alto y dos de ancho con la imagen de sus estrellas, entre estos: actores, presentadores, deportistas, etc.; pero en la parte central, cual marquesina, figuraba una de la misma altitud pero con ocho metros de ancho que llevaba la fotografía de sus celebridades más reverenciadas, los miembros de The Zone: El Comander, Ray Fire, Rock Valley y Lady Medyan. Kate observó aquello y luego propinó una mirada ceñuda a John quien solo atinó a sonreír. Se presentaron y les hicieron ingresar a una sala destinada a entrevistas con una gran mesa de vidrio ovalada y asientos giratorios.

- Creo que será más fácil soltarle la legua a Fire que a los hijos de Rómulo – indicó Kate mientras tomaba asiento y flexionaba sus manos.

- Eso espero, por lo menos será beneficioso escuchar su versión de los hechos y en base a eso continuar con nuestras indagaciones, trata de ser amable y no…

- ¿Cómo están agentes? ¿En qué puedo ayudarles?- profirió Ray Fire entrando a la habitación. Llevaba su traje de superhéroe, de látex, con separaciones en los músculos, quizás hecha de un material que soportara la energía plasmática cuando esta emanara de su ser, unas grandes botas con disgregaciones que terminaban en unas rodilleras, del mismo color de los guantes que concluían a su vez en los codos, rojizos, al igual que el pecho, el cierre del cuello y el cinturón.

Fire acercó uno de los asientos del extremo opuesto y se acomodó sonriente.

- Venimos a hacerle unas preguntas sobre el caso Valviery, espero que no sea un inconveniente y tengamos que regresar con una orden del juez- aseveró adusta Kate.

- Una orden de permiso dirá oficial, puesto que mi cliente ya declaró todo lo que nos concierne ante el juzgado, así que sin más atenuantes les pediré que se retiren o en todo caso regresen con los documentos respectivos –increpó Anna Evans haciendo su ingreso a la sala de entrevistas.

- Dios santo Anna, no tienes porque ser tan quisquillosa, yo con gusto atenderé a los oficiales aquí presentes-sostuvo Fire mirando risueño a su abogada.

- No tienes la necesidad de someterte a este interrogatorio Bryan, hazme caso por favor.

- Nena regresa en diez minutos, no te preocupes, créeme que deseo colaborar, cualquier oportunidad de revelar las maquinaciones del viejo Rómulo es bienvenida – conminó el metahumano provocando que la morena letrada se retirara del lugar visiblemente incomoda.

- ¿Desean algo de tomar?, ¿quizás un refresco?

- No gracias. Señor Haggerty no queremos hacerle perder su tiempo así que vayamos directo a nuestra primera pregunta: ¿Era usted una especie de guardaespaldas para el señor Valviery?- increpó Kate Mills.

- ¿Una matón dirá?, por supuesto que no. Yo lo apoyaba con su fundación de beneficencia, era la imagen que su empresa necesitaba, pero nunca imagine el verdadero monstruo que era.

- James Morton sostiene, en declaraciones posteriores al juicio, que usted se encargaba de amedrentar a sus enemigos, que era una especie de representante suyo en los suburbios, más aún, le adjudica la responsabilidad de ciertos incendios no del todo esclarecidos en propiedades que luego eran adquiridas por la compañía de Valviery a precios reducidos- intervino John con cierta firmeza inquisitiva que sorprendió a Kate.

- No claro que no, eso es del todo falso- negó tajante Ray Fire- ese tipo, Morton, es el verdadero matón a sueldo, quien sabe para quien este trabajando…oye un momento, yo te he visto en algún lado… ¿No habíamos hablado antes, no policía?

- Por supuesto que no señor Haggerty, es la primera vez que nos vemos.

- Por favor, centrémonos en el caso. ¿Niega usted estar involucrado en esos actos ilícitos? ¿Acaso no destruyó un edifico completo?- trató de proseguir Mills.

- Eso fue un desafortunado accidente. Fue la cólera provocada por saberme utilizado. En ningún caso quise dañar vida alguna, ni siquiera la del viejo Rómulo. Pero volviendo al hecho, como dicen, era él quien mandaba a destruir dichos predios, su gente colocaba explosivos cuya naturaleza desconozco y luego me señalaban a mí como el causante, y luego claro se corría la voz, y yo la verdad nunca hice nada. ¿Saben por qué?, ¿se han fijado de que propiedades se adueñó?

- Nos damos una idea pero si gusta decírnoslo.

- Zonas rojas, fumaderos, guaridas de delincuentes, laboratorios clandestinos, almacenes de contrabando, casinos ilegales, etc., no me importó antes y mucho menos ahora, era en cierta forma un servicio a la comunidad que sospecho realizaba el viejo, mientras la policía no lo declarara culpable entonces no tendría porque importarme, eso era el trabajo de ustedes, no el mío, así que yo miraba a otro lado.

- ¿Hasta que decidió meterse con los suburbios de La Esperanza y Cocraneh?

- Eso lo cambió todo. Conozco a gente de La Esperanza, me idolatran, es un barrio pobre, de obreros, para ellos yo soy una especie de protector, pueda que existan ciertas manzanas podridas que se dedican al tráfico de drogas y utilicen algunos hogares como centros de acopio, pero allí está prohibido su consumo, por lo mismo desconozco los lugares de acaparamiento, los mueven de un sitio a otro, como el alcohol en los años veinte.

- ¿Y Cocraneh? 

- En ese lugar están todos los exiliados de la Esperanza. Seamos realistas, los jefes de pandilla dominan ese suburbio. Detengo y escarmiento a uno y otro toma su lugar, por lo menos no existe delincuencia generalizada, pero negaría que la venta de estupefacientes no sea pan de cada día, sin embargo, sé que no a sus propios vecinos, su mercado es otro, universitarios de clase alta incluidos. Eso no cambiará hasta que el gobierno les ofrezca mejores oportunidades, pero yo detengo criminales, no hago política.

- Pero Valviery decidió apropiarse de territorios donde los afectados serían no solo las pandillas y los comerciantes. ¿Familias enteras iban también a ser perjudicadas no es así?

- Les repito que yo no hago política, pero es cierto, muchos habitantes de dichos lugares pasarían a la pobreza extrema, eso sin contar las guerras internas de pandilla y el establecimiento de otros vicios que les permitan sobrevivir. Mientras aquel empresario inescrupuloso solo veía cifras yo veía la realidad cruda que se avecinaba.

- ¿Y por eso lo mató?- increpó Kate.

- Por eso traté de detenerlo, por eso cometí el error de destruir su edificio en son de escarmiento. Él me puso contra las cuerdas, me dijo que no perdonaría lo que había hecho, que iba a ordenar que acabaran con dichos vecindarios, fue un acto reflejo, dispare el plasma buscando desmayarlo, no sospeché que su corazón no resistiría. Fue un incidente desafortunado.

- Bueno, ahora sí, creo que fue todo agentes, tenemos que seguir con nuestro itinerario, gustosamente podemos programar otra entrevista, siempre y cuando regresen con la orden respectiva- dijo enfática Anna Evans apoyada en la puerta de vidrio, a su lado se encontraban dos corpulentos guardias de seguridad y un poco más atrás una joven rubia de cabello ondulado ceñida en su traje de heroína, Lady Medyan, quien con los brazos cruzados los miraba desdeñosamente.

- Como se atreven, aún no hemos terminado- observó la detective pelirroja.

- Creo que eso es todo agente Mills. No queremos molestarlos más, gracias por atendernos– intervino John y Kate lo miró furiosa, para luego salir enérgica de la habitación. Cinco pasos atrás suyo iba Wilkins.

- Hey viejo, ya te recuerdo, ya te recuerdo – dijo Ray Fire señalándolo- eras uno de los nuestros, no es así, un superhéroe. Nunca olvido un rostro.

- Que tenga un buen día señor Haggerty- profirió John amablemente y continuó caminando por el pasillo tras su compañera.



Mientras esperaba la llegada de James Morton, Big Benny abrió la ventana de su oficina. A Big Benny le gustaba observar el atardecer, muy comúnmente acompañado de un buen cigarro, pero el año anterior había sufrido una afección pulmonar que lo postró en cama un mes, por lo que se resignó a dejar de fumar. Le decían Big Benny por su contextura obesa, casi 180 kilos de peso, en una talla de metro ochenta. El apelativo de Big al principio estuvo relacionado con su corpulencia, pero luego tal sobrenombre estuvo ligado a su jerarquía como “mandamas” del sureste de Golden City, en especial del suburbio de Cocraneh donde realizaba la mayoría de sus negociaciones. Era un pequeño Don al cual las pandillas rendían pleitesía en aquel extremo de la ciudad. Tanto en los usufructos de los negocios ilícitos como cuando se realizaban robos y extorsiones; una pequeña parte era destinada como tributo para Big Benny. Eso le ocasionaba buenos dividendos, sin embargo la mayoría de sus ingresos provenían de apadrinar e incluso regentar, cuando la transacción llegaba a cinco cifras, el tráfico de drogas en su territorio. Su verdadero nombre era Benjamin O'Donnell, y su abuelo, George, había sido recaudador de la mafia irlandesa, quienes en compensación por sus servicios le otorgaron el control de dicho sector. 

El viejo George llegó a tener tres hijos, dos hombres y una pequeña niña, pero su princesa una vez alcanzada la mayoría de edad se dio cuenta de la verdadera naturaleza de su padre y hastiada se refugió en un convento del cual no volvió a salir. A él no le pareció mal, mejor convertida en monja que en las manos de algún borracho infiel, así que centró la esperanza de su dinastía en sus hijos varones. El mayor, Liam, sin embargo, le resultó una verdadera nulidad, a la razón; fiestero, mujeriego, alcohólico, lo único rescatable era que era un pleitista contumaz, pese a ello no sabía discernir cuando emplear su temperamento en las cosas verdaderamente importantes y cuando dejar de hacerlo por tonterías. Su otro hijo, Benjamin, en cambio, se había convertido en su orgullo, en su brazo derecho, casado con una chica de buena familia al año siguiente su esposa dio a luz un hijo varón al que puso su mismo nombre. La gente empezó a llamar al niño Benny para diferenciarlo de su padre. Pero cuando George llegó a descubrir un defecto en su hijo mimado ya era muy tarde. El padre de Benny fue un hombre confiado, demasiado. Una vez que se le dieron mayores responsabilidades continuó movilizándose en compañía de tan solo uno de sus guardaespaldas. Se fiaba del respeto por su padre y por su familia. Grave error. El día de su muerte fue uno donde el sol salió con verdadera fuerza. Una vez que estacionaron a las afueras de una cafetería el guardaespaldas avisó que se demoraría un poco en el baño, le convino a que bajara y que se pidiera algo en el mostrador pues el sitio era seguro, pero su jefe prefirió esperar en la camioneta y le exigió que se apresurara. Hacía un calor sofocante por lo que el aire acondicionado no era suficiente así que dejo la ventana un poco entreabierta. Por el espejo observó que se estacionó un Volkswagen pero se tranquilizó cuando una pareja de jóvenes, de seguro de algún instituto cercano, descendió de este. La chica, vestida como cualquier joven de su edad, de manera coqueta, tomaba a su novio por la cintura. El joven vestía una playera y una gorra de beisbolista mientras jugueteaba con lo que imaginó era una pelota de este deporte; ambos se dirigían quizás a tomar un desayuno pero cuando pasaron por su lado la mujer se separó y regresó rauda al automóvil mientras el beisbolista retiraba la argolla e introducía la granada de mano por la abertura de la ventana. La sorpresa fue tal que le hizo perder el tiempo y el explosivo estalló matando al padre de Benny al instante.

Ningún grupo se adjudicó el atentado pero George O'Donnell prometió venganza. Después de dos años y luego de creer que se lo había tragado la tierra dieron con el guardaespaldas. Fue llevado a un garaje solitario donde el hermano del finado lo torturó hasta que confesó el nombre de un traficante, antiguo socio de la familia, que había fugado del país llevándose una suma cuantiosa al poco de la muerte de Benjamin. Con aquel si no pudieron dar y aquel sabor amargo del desquite no consumado incomodaría al viejo George hasta el final de sus dias.

Benny creció rebelde y su madre optó por mudarse a los suburbios de La Esperanza, un lugar que consideró más tranquilo. Ya adolescente hizo malas juntas y fue detenido por uno que otro delito menor, a la par que heredó el mal genio de su tío, pero gracias a su contextura y al nombre de su abuelo por lo general evitaban enfrentarlo. No trabajaba, el viejo George le pagaba sus cuentas a él y a su madre. Si participaba en algún acto delincuencial era más por reconocimiento y por aburrimiento que por verdadera necesidad. Con la muerte de su abuelo las cosas cambiaron.

Liam O'Donnell se convirtió en el líder de la familia. Benny se puso su mejor traje para asistir al funeral y luego mostrar sus respetos a su tio. Aquél lo recibió apático en la oficina que había heredado de su padre. Fue una audiencia corta, al tío Liam le bastó pocos minutos para estudiar y sacar una conclusión de su sobrino. Físicamente poseía algunos rasgos de su hermano y quizás incluso suyos, rasgos que se distorsionaban un poco por los kilos de más del mofletudo joven; pero espiritualmente se dio cuenta que su sobrino era semejante a él y dicha comparación en vez de alegrarlo le ocasionó una ira interna que le fue difícil disimular. Al darle entender que era el único heredero de su linaje (Liam había resultado ser estéril), le conmino a dejar a sus viejos amigos, le dijo que lo apoyaría económicamente siempre y cuando estudiara algo de provecho y, sobretodo, exigió no verlo relacionado con el negocio familiar ni en esos momentos ni nunca, pues no era lo que su abuelo ni su padre hubieran deseado para él. Benny se rio y le dijo que no se preocupara, que el velaría tanto por él como por su madre, es decir, que no necesitaban de su dinero. Para su tío eso fue un alivio, en resumidas cuentas se liberaba de una carga familiar que no deseaba. Al año siguiente, sin la venia de su tío, Benny se había convertido en un pequeño traficante, cosa que como presumió no le importaba en realidad a su pariente mientras se encontrara alejado de él.

Sin el viejo George que le sujetara la correa, Liam O'Donnell se entregó a sus vicios de juventud, pese a ello no descuido el negocio, y durante su gestión el temor a su persona se incrementó el triple pues no poseía la paciencia de su padre y estaba presto a escarmentar a quien no le hiciera caso o le jugara una mala pasada. Era como un perro rabioso que hacía lo que venía en gana; eso hasta que conoció a Tabitha Rissi. 

Tabitha Rissi era una mujer cuarentona de espectacular cuerpo que escondía muy bien su edad; su padre era un italiano que había alcanzado un alto puesto como ejecutor en la familia Carollingio y su madre fue una irlandesa preciosa que había sido disputada por varios miembros reputados de la mafia hasta que el padre de Tabitha prácticamente la secuestro y se casó con ella. Cuando la pequeña cumplió los cinco años la abandonó al cuidado de su padre, pero su esposo la buscó de ciudad en ciudad y cuando la halló la molió a golpes obligándola a regresar a su lado; dos años después, la madre de la niña terminaría suicidándose con veneno para ratas.

Pero Tabitha no era de las que lloraban a la madre muerta, sobretodo porque a quien adoraba en realidad era a su progenitor de quien había copiado la voz de mando y la patanería. Toda su adolescencia se la pasó buscando un partido semejante a su padre pero nunca pudo hallarlo; pese a eso sus enamorados se caracterizaban por ser unos trogloditas de cuidado. Ya mujer sobrevino la desgracia, un hombre sin identificar le disparó a su padre en la espalda huyendo a toda prisa; pese a ello el herido sobrevivió aunque la bala alojada en la columna ocasionó que perdiera el control de sus piernas y lo confinará a una silla de ruedas. En dicho estado la familia Carollingio pronto consiguió un nuevo ejecutor, aunque mes tras mes hacia llegar un sobre a la casa de Tabitha con dinero que a las justas alcanzaba para sobrevivir. Pronto vendieron la casa y se mudaron a un reducido apartamento. Allí fue a visitarlos Vincent Rissi, un contemporáneo de su padre que había hecho dinero con las carreras de caballos, se jactaba incluso de poseer cuatro ejemplares de pura cepa en el hipódromo. Era una visita breve y única para dejarle algún dinerillo al que fuera otrora su amigo y mantener la conciencia tranquila, pero la hija de este se le metió en la cabeza y las visitas se fueron prolongando cada vez más, siempre con el pretexto de dejarles un pequeño ingreso. Tabitha aprovechaba y justo para aquellas ocasiones se vestía con las prendas más atrevidas y se echaba los perfumes más embriagadores que su magro sueldo como camarera le permitía. Vincent Rissi se armó de valor y ofreció invitarla a cenar pero ella rehusó, le dijo más bien que venga tal noche a tal hora para conversar con tranquilidad, que para esos momentos su padre se encontraría descansando, es decir sedado. El señor Rissi comprendió al instante, pero no imaginó que una vez dentro del apartamento fuera ella quien tomara la iniciativa. Lo volvió loco; al mes siguiente se casaron. Si bien Tabitah adoraba a su padre por acuerdo mutuo fue llevado a un centro de cuidado para minusválidos donde se encargarían de él. Su vida de casada duró cinco años donde Vicent Rissi sorprendentemente no se aburría de ella pero si Tabitah de él. Su amoroso esposo no falleció en una noche pasional como ella se imaginaba sino en la bañera mientras reposaba. En el certificado de defunción figuraba como ahogado pero no esclarecía que fue ella quien le sumergió la cabeza hasta que perdiera el aire. Tabitah vendió los caballos al mejor postor, con eso y la modesta fortuna que dejo su marido compró la cafetería donde trabajó de soltera, además de dos cafeterías más y un restaurante. Se las apañaba para vivir bien y fue relacionándose con las esposas de los mafiosos, así fue invitada a varias de sus veladas donde se convirtió en amante de un par de ellos. Fue en un viaje de negocios que Liam asistió a una de estas reuniones, la conoció y se enamoró perdidamente. La llevó a vivir a su lado y juntos experimentaron y compartieron sus vicios. Pero Liam impensablemente se convirtió en un consumidor, en un drogata perdido, siempre había tenido cuidado de no abusar de esos “placeres” pero Tabitah se encargó de inducirlo y volverlo un adicto. Poco a poco O'Donnell fue delegando más funciones a su socia y amante quien hizo venir a su servicio primero a dos y luego a cinco ex miembros de la familia Carollingio, prometiéndoles un pago mayor que sus antiguos empleadores. Estos se convirtieron en la guardia personal y de alguna manera captores del pobre Liam O'Donnell, haciendo respetar a la vez las decisiones de Tabitah que pasó a convertirse en la verdadera jefa. Una mañana, después de consumir su dosis habitual, Liam se dirigió a la cocina a prepararse algo para desayunar, descubriendo en la alacena una botella de whisky de la marca más cara; era gracioso que Tabitah le dejará convertirse en un drogadicto pero le prohibiera probar una sola gota de alcohol, se rió para sus adentros y bebió casi un cuarto de la botella. Se detuvo al notar que sangraba por la nariz y mientras trataba de limpiarse le sobrevino un ataque cardiaco que acabó con su vida.

Tabitah Rissi se lamentó de la perdida pero ella misma se sorprendió que nadie atentara contra su autoridad, había pasado tanto tiempo como líder en funciones que la mayoría se había acostumbrado a tenerla como jefa. Además era más inteligente, buena administradora y hábil para los negocios que el fenecido Liam. Solo existía un oscuro sobrino en desgracia, un traficante menor y anodino que el reciente muerto se había encargado de desterrar de la familia hace casi una década. No tenía nada que temer, sin embargo, no era de las que dejara cabo sueltos y se dijo que más adelante se encargaría de dicho tema. Mientras tanto, al enterarse de la notica del tío Liam, Benjamin, ya convertido en Big Benny, viajo a ciudad central y pactó una cita con los mandamases de la familia Sullivan, cabeza de cabeza de la mafia irlandesa en América, quienes dieron aprobación a su solicitud. Una madrugada de un lunes cualquiera, Big Benny acompañado de treinta sicarios llegó a reclamar lo que le pertenecía. Ingreso a la mansión de su abuelo y se deshizo de los intrusos cosiéndolos a tiros. Toda la fachada fue adornada con perforaciones de bala, la guardia personal de Tabitah yacía inerte manando sangre y los que ilusamente decidieron entregarse fueron ultimados con tiros en la nuca. Big Benny se sentó en el escritorio de la oficina principal de la casa, donde hizo venir a Tabitha amarrada por las muñecas, quien ante su presencia le escupió en el rostro.

- Mi abuelo, sabes – dijo mientras se limpiaba con un pañuelo – era de los que buscaban discernir cuando dialogar y cuando pasar a la acción. Mi padre, en cambio, por lo que me comentan, pensaba que siempre existía una solución conversando, que se podía llegar a un punto medio en que ambas partes salieran beneficiadas; mientras que mi tío, antes de ser embrutecido por las drogas y que le terminaras quitando el negocio, era de aquellos que no atendían razones y siempre optaba por romperle las piernas a quien no estaba de acuerdo con él. De los tres, al único al que he odiado estos últimos años es a ese estúpido, pero tengo que reconocer que a veces tenía razón- finalizó Big Benny para luego disparar a la desesperada mujer en medio de los ojos.


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