viernes, 17 de abril de 2015

El magnífico mago Mystére 7: Cabos sueltos

Autor: Glauconar Yue
Ilustración: Christian Magán

Un policía corpulento y negro me sacó del espantoso armario en el que había pasado las últimas semanas. Me preguntó varias veces si estaba bien, pero yo solo podía mirar desconcertado la pequeña habitación del enfermo que me había mantenido encerrado, los diagramas extraños que dibujaba, la colección enorme de periódicos y videos, las pantallas que resplandecían por todos lados. Tú creíste que yo estaba obsesionado con el mago, pero debiste ver a ese tipo. Tenía armarios enteros y cajas de cajas, repletas de información, real e inventada, toda relacionada de alguna forma al mago o al garou.
El policía me llevó fuera del edificio y me cubrió los hombros con una manta. Hacía tiempo que no respiraba aire fresco. Cuando sus colegas me vieron, reaccionaron alarmados y me llevaron hacia la patrulla. Por un momento pensé que me llevarían preso sin haber hecho nada, que creían que yo era parte de los asesinatos, del fraude y qué sé yo. No sé. Simplemente estaba muy asustado.
En la parte trasera de una camioneta de policía había dos hombres sentados con esposas en las manos: uno era el loco que me secuestró; el otro era el mago Mystére. Le señalé a la policía lo mejor que pude, con pocas palabras, que el mago me había salvado y el otro era el culpable. En cuanto soltaron a Mystére, el secuestrador se puso a gritar que era el lobo, que era el asesino.
-¡¡¡ASESINO!!!



Cuando Pierre repitió estas palabras, sus manos empezaron a temblar y derramó un poco del vino de su copa. Hélène le sostuvo suavemente la mano.
-Ya, ya pasó. Nadie le hizo caso, ¿verdad?
-No... Bueno, los policías le hicieron algunas preguntas más al mago. Creo que sí sospechaban de él, pero no podían demostrar nada. Así que al final lo dejaron ir. A mí me llevaron en un patrullero hasta mi casa, creo que él tomó un taxi.
-Pierre, estoy muy feliz de que estés bien. No sabes lo preocupada que estaba.
Él sonrió, incrédulo. El estar rodeado de personas, en un lugar abierto frente a la taberna, era una sensación cotidiana y a la vez completamente nueva. Jamás volvería a ser lo mismo, sin duda. Las estrellas del cielo sobre ellos apenas se veían en contraste con las luces de la ciudad. Era una noche tibia para los inicios de primavera, estando sentados junto al calefactor se podía disfrutar muy bien. Pierre la habría disfrutado de cualquier modo.
-Todo se ha resuelto- continuó Hélène,-. También el asunto del lobo, o del asesino, se acabó.
-¿Atraparon al asesino?- preguntó Pierre.
-No... Al parecer no había un único asesino, era más bien un culto suicida, de esos que surgen en la internet. Eso fue lo que dijo la policía.
-No me convence. Yo sigo pensando lo mismo que siempre.
-¿Lo de siempre?- inquirió Hélène sorprendida,- ¿Qué es eso?
-Ah, no lo comprenderías,- suspiró él con dejadez.
-Debo admitir que la teoría de la policía tampoco me deja satisfecha. No tiene pruebas materiales.
-Material...- murmuró el muchacho observando el vino que revolvía en su copa,- Hélène, ¿sabes de qué está hecha la materia?
-Ehhm, de átomos, ¿no?
-Sí, pero ¿de qué están hechos los átomos? ¿Qué son?
-Creo que están hechos de electrones. No sé.
-Sí, y los electrones se componen de quarks- continuó explicando:

Pero entre las partículas subatómicas, lo que realmente les da solidez es pura energía, polaridades y tensiones. La materia y la energía, en el fondo, son lo mismo. La fisión nuclear, la bomba atómica, no es otra cosa: libera la monstruosa energía contenida al interior de la materia. Ahora, imagínate cómo sería el camino inverso. Significa que la energía pura, en teoría, podría generar materia. Entonces, si el garou es una concentración de energía psíquica, podría, a pesar de ser un espíritu, materializarse. Lo que pasa es que nunca fue una criatura física que se desmaterializaba, sino todo lo contrario. Quizás esta energía sea demasiado caótica para tomar forma de lobo, y los arañazos y mordidas son causadas por un vórtice amorfo de agresión.
La pregunta es, ¿de dónde proviene tanta energía negativa? La ciencia nos dice que toda acción genera una reacción, para mantener balance en el universo. En Montdelouis surgió, precisamente, una gran fuente de energía positiva Jules Mystére, quien le devuelve sentido a la vida de muchos. Quizás esto ha generado automáticamente un contrapeso, un oponente, un némesis, del cual el mago se tuvo que encargar para restablecer el balance cósmico. Intentó usarme a mí para sellarlo, pero cuando me secuestraron a mí y lo encarcelaron a él, el monstruo escapó. Luego volvió a atraparlo en forma de sombra en el techo del edificio de la Place Lafayette.

Al escuchar la historia, Héléne involuntariamente llevó una mano al pendiente que colgaba de su cuello. El nudo triple de plata resplandecía bajo las luces de la calle. Sonrió un momento en silencio, pensando en que Pierre seguía siendo el mismo, a pesar de todo, y en que debía dejarle su mundo.
-Sabes que la policía encontró espejos instalados en el techo del edificio, ¿verdad?- corrigió finalmente.
-Ah, bueno, puede que la sombra haya sido una proyección, pero lo que importa es el valor simbólico.
-¿Simbólico? ¿De qué hablas?
-No importa. Igual no creíste nada de lo que te conté, ¿verdad?
Hélène se sonrojó, pero pasó a levantar la jarra de vino y volver a servir en los dos vasos.
-Bueno,- anunció, levantando su copa,- por tu regreso, por que todo salió bien, aunque no sepamos cómo y... por nuestra primera cita.
-¿Cita?- rió Pierre,-. No me dijiste que estábamos saliendo a una cita.
-Eso era lo que tú querías, ¿no?
-Bueno, tal vez era lo que quería antes...
-¿Pero?
-Creo que me estás malentendiendo.
-Te juro que incluso, por un momento creí...- tosió Hélène, mirando al vacío,- creí que tú habías hecho todo esto para...
-Ya sé lo que estás pensando. Que cuando te hablé del mago Mystére en la cafetería, solo lo hice para convencerte a venir al show conmigo. Que no me importaba hacer el ridículo con tal de ser gracioso, que esa era mi manera de flirtear. Que cuando me rechazaste, me sentí tan frustrado que decidí desaparecer, tal vez simplemente ocultarme en un hotel, o tal vez incluso dejarme secuestrar por algún psicópata. Quería hacerme el muerto, preocupar a todos para que hablasen de mí. Quería regresar del más allá para revivir la historia del mago Mystére tal como yo te la había contado. Y entonces, cuando regresase, tú me estarías esperando, y aunque fuera por compasión, me darías un chance, y yo podría volver a demostrate que soy un tipo buena onda, y que deberías estar conmigo.
La mujer asintió en silencio, cabizabaja, por un momento.
-N-no lo había pensado tanto, pero... sí, algo de eso se me cruzó por la cabeza. Lo siento.
-Gracias por preocuparte por mí, Hélène. Sé que haces todo lo posible por comprenderme. Gracias por tus esfuerzos, pero no valen la pena. Serás más feliz con alguien que no te cueste tanto trabajo.
-¿Y tú?
-Yo estaré bien. Créeme, si he sobrevivido a un encierro como ese, lo demás está a pedir de boca. Como este vino. Salud, Hélène, salud por nuestra amistad y lealtad, porque todo salió bien y seguirá saliendo, y porque aún nos quedan muchas cosas por comprender en la vida.


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